Capitulo 5

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Ray

Perdón si me fui a los extremos.

Pero tan solo pensar en que ella me mentía en mi cara para tratar de marcharse y cogerse a un completo desconocidos me hervía la sangre.

Tuve que volver a llamar al doctor para que le colocara el suero y el estabilizador nuevamente, al igual que se encargara de solucionar mi ira en su pierna.

Ahora ella se encontraba nuevamente durmiendo en su habitación. Era tan hermoso verla dormir y recordarlo me hacía querer pararme para ir a verla, pero tengo que trabajar.

Aunque, me logró tener miedo tan solo al decir mafia. No fue muy sospecho en su momento para mí, pero todavía no me había encargado de buscar su pasado y capaz obtener respuestas de mis dudas.

La princesa no tenía más de 21 años, parecía de 25 años por su cuerpo y su madurez pero nada que ver con su edad. Era todavía una niña.

Una niña que no tenía un lugar propio, sus últimos tres años se a encargado de viajar por el mundo y claro cogerse a los tipos con quien se hospedaba para no pagar ni un centavo.

Mientras pensaba su vida, me di cuenta quienes serían los tipos adecuados para protegerla.

Wilson y Erik.

Mis hombres leales y más letales. Son perfectos para ella.

Y para atender sus caprichos mi perfecta nana Adel, ella era simplemente perfecta, una madre para mí y mis hermanos, ahora sería quien se encargaría de ella.

—Mi niño, la chica ya despertó.— entró mi perfecta nana, siempre que pienso ella aparece mágicamente. Es como un hada esa mujer.

—Gracias Adel, ¿puedes traerle el desayuno?

—Si mi niño.

Adel se marchó y yo me levanté de mi asiento para ir con la princesa.

Al llegar a su habitación la vi acostada en su cama con su mirada ida y parecía estar mareada.

—Buenos días, princesa.

Ella levantó su mirada y me vio.

—¿Eres asesino?— asentí.

Me sorprendió su pregunta y lo tan extraño que era el momento.

—Pero no te preocupes, solo asesino a quienes me traicionan.

—Reconfortante...— murmuró.

Se acerco a la orilla de la cama y al tratar de levantarse me acerqué a ella para ayudarle. Ella acepto mi ayuda, se apoyo en mis brazos y levantó su frente para mirarme.

—Curioso...

—¿Curioso?— repetí sus palabras sin entender nada.

—Curioso el simple hecho que tocó las manos de un asesino. Porque eso eres. Un. Asesino.

Sorprendido ante sus palabras me quedé congelado unos segundos. Ella en cambio me apartó y empezó a caminar cojeando hacia los sillones de la habitación para apoyarse en ellos.

—¿Asesinar por justicia es un delito?— levanté mi mirada saliendo del shock de sus palabras.

—Asesinar es matar con mano armada.

—¿Entonces como mataría tu?

—Con golpes o con un cuchillo.

—Un cuchillo, es un arma.

—Si. Pero esa arma no suena, castiga.

Eso era, no le gusta el sonido de las armas...

¿Por qué?

—No te gustan las armas, ¿cierto?— bajó su mirada al piso como si fuera lo más interesante.

Después ella dudó un segundo, si responder o no.

—No tengo razón para responderte.

—Eres mía, tienes una razón.

Ella levantó su mirada y me miró con los ojos entrecerrados.

—No soy objeto al que puedes robar y vender, Ray.

Mi nombre.

¿Cómo sabe mi nombre?

En ningún momento se lo he dicho.

Cómo defensa propia saque mi arma que estaba colocada detrás de mi espalda. Al verla pude ver en sus ojos el temor ante aquel objeto. Sus piernas temblaron y terminó por derrumbarse en piso sin quitarme la mirada de encima.

—¿Como sabes mi nombre?— ordené una respuesta amenazante.

Ella empezó a querer soltar las palabras de su boca pero no salían, estaba nuevamente petrificada.

—La...

—¿La que? ¿La mafia..?

Volvió a tratar de que palabras salieran de su boca pero nada.

<<Habla o aquí mismo te exploto la cabeza.— amenace, tenía el entre ceño fruncido, estaba muy enojado.

—¡La nana!— gritó como si soltara un peso de encima— ¡Le pregunté a ella!

Ah, Adel.

UPS SI.

Guardé el arma sintiéndome el más idiota, era claro que le preguntaría a Adel por mi.

Bajé mi mirada hacia ella y después al piso.

—Perdón... no... no tenía idea.

Me trate de acercar a ella, quien en cuanto di un paso retrocedió diez hasta chocar con la pared.

—¡Aléjate! ¡No... no quiero que me toques!

Es tu culpa.

Y tenía razón mi cerebro, fue mi culpa la he amenazado las suficientes veces por mi ira y me tiene desconfianza en menos de estas 12 horas de tenerla conmigo.

Salí de la habitación con paso firme hasta volverme a encerrar en mi oficina, tenía y pensar y dejar de ser tan impulsivo.

Como siempre desconfío de mi alrededor no pienso ni un poco. Siempre me enseñaron a que no puedes confiar en nadie y más cuando lo acabas de conocer.

Pero capaz y ella era distinta. Ni con sus ojos que me hacían pensar como loco, buscando una respuesta a mis dudas podía contener mi desconfianza.

Adel tendría que solucionar esto. Con una buena plática para esos ojitos verdes que me hipnotizan.

Perdóname princesa...

...

Que triste cap.

Pero es Ray, no es malo solo es un mafioso que no le han presentado una pizca de seguridad..

Bueno...

Gracias por leer!!!

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En garras de la mafia Donde viven las historias. Descúbrelo ahora