1. Padres

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— ¿Han pensado en el tema de su proyecto? 

Loco, Natalan y Duxo estaban en casa de Lucasta jugando en su consola, era viernes por la tarde y el sol se alzaba con orgullo en todo su fulgor. Tenían botanas y bebidas en una mesita de noche y todos habían cooperado para rentar algunas películas que eran la novedad entre sus compañeros, pero Duxo seguía sintiéndose inquieto y sus amigos parecieron notarlo pero no mencionaron nada. Sabían que lo mejor sería esperar a que su amigo decidiera contárselo.

— Creo que lo haré sobre mi familia y sus genes. — Dijo Locochon sin despegar los ojos de la pantalla, iba por su cuarta victoria y estaba a dos victorias de derrocar a Natalan. — Creo que la seguiría usando incluso después, cuando alguien haga demasiadas preguntas al respecto.

— Bastante oportuno, cool. — Natalan terminó de masticar la papita que tenía en la boca y sonrió de lado cuando superó el autito de Lucasta. — Yo escribiré sobre mi técnica de Mario Kart, creo que Loco y Lucasta podrían hacer de mis testigos.

Locochon rodó los ojos y Lucasta sonrió confiadamente cuando su personaje, que siempre era la Princesa Peach por alguna razón, pasó de largo entre Donkey Kong y Yoshi, arrebatándole la victoria a Locochon y dejando atrás a Natalan. Duxo se burló de su confiado amigo cuando comenzó a lamentarse y un recuerdo de la primera vez que visitó la casa de Locochon le vino a la cabeza.

Había hecho un agradable clima que variaba entre templado y fresco, eran inicios de vacaciones y tenía alrededor de doce años cuando Natalan -que hasta entonces era su único amigo- le había dicho que estaba invitado a jugar videojuegos en casa de un amigo, era la apertura del colegio en el que sus padres serían profesores y su casa estaría sola hasta las siete de la tarde, así que Duxo no tuvo razones para declinar.

En ese entonces Locochon vivía en una casa a las afueras de la ciudad y sus padres seguían juntos -aunque a punto de divorciarse-, era una estructura de tres pisos con poco espacio en el jardín que compensaban las plantas y macetas pulcramente acomodadas en el interior de la sala y parte de la cocina. El cuarto de su amigo estaba en el último piso, en un ático que había condicionado desde cero con posters y dibujos, contaba con lo indispensable para un chico joven: televisor, consolas, un escritorio con sillas normales, giratorias y puffs, cuadernos y percheros, una colchoneta esponjosa con edredones y una pila de cómics y videojuegos.

Recordaba en su mayoría a los chicos que estuvieron presentes, porque en ese entonces no existían jerarquías y etiquetas para ellos. De todos los rostros jóvenes y soñadores que había visto ese día recordaba a Mictia, que hasta entonces seguía hablándole a pesar de estar en los cursos avanzados, Cejo había sido breve pero cordial en sus interacciones, Mishu le sonreía amablemente cada vez que su mirada se perdía entre tanto bullicio, Estailus era el más vivaz y llevado de todos y.. Aquino había sido el único que había hablado con él además de Natalan.

Duxo gruñó con rabia cuando se percató del rumbo que estaban empezando a tomar sus recuerdos y tomó una almohada de la cama de Lucasta para enterrar su enrojecido rostro en ella. Un maldito encuentro inoportuno y su mente ya comenzaba a desenterrar cosas que había decidido olvidar por su bien, aunque debía admitir que había sido un cobarde al no afrontarlo debidamente. Locochon le palmeó la cabeza y le ofreció un vaso con refresco cuando lo miró con los ojos llorosos, Duxo aceptó a regañadientes el líquido y se sentó con las piernas cruzadas en el edredón afelpado de la cama decorada con temática de Spider-Man, observando cansinamente la partida interminable entre Natalan y Lucasta.

— Es Aquino, ¿verdad? — Natalan se inclinó sobre el hombro de Locochon y dio su mejor intento por ser sutil y disimulado, pero su tono fue lo suficientemente alto como para que Duxo lo escuchara. — El pobre ha estado como gato mojado desde que se nos perdió en el recreo.

Cómo (no) olvidar a tu ex  •  DuxinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora