Mucasa mentiría si dijera que odiaba a Duxo, porque muy en el fondo lo quería con toda el alma.
Había vivido cinco años de su vida en soledad, encerrado en guarderías o con sus abuelos y sus insoportables primas que siempre lo peinaban como muñeca de trapo, cinco años de tortura que se vieron acabados cuando a su vida llegó un pequeño niño de ojos purpurinos que brillaban contraluz y sonrisa petulante cuya carcajada estaba impregnada con perfume de gerberas, tal cual sol.
Duxo había sido un bebé pequeño y prematuro, apenas del tamaño de un melón, pero para Mucasa lo fue todo, tan grande como las miles de galaxias que existieran, porque ya no estaría tan solo. Ese pequeño ser, un bebé de piel lechosa que lloraba cuando se sentía solo, como él, ese pequeñito era su hermanito, y muy en el fondo a Mucasa le emocionó la idea de tener compañia. De ser inseparables.
Había escuchado de muchos de sus amigos que los hermanos menores eran muy molestos, que los seguían a todas partes y que nunca dejaban de buscarlos, y desde el sitio más recóndito de su corazoncito de niño, la idea de finalmente tener a alguien a su lado le había parecido lo mejor. Le habían tomado dos navidades enteras convencer a sus papás de que le regalaran un hermanito, y finalmente, el mismo día que había cumplido los cinco, Duxo llegó al mundo.
Los primeros años fueron sencillos, el pequeño era apenas un bebé que balbuceaba y no podía salir con él a jugar pelota, pero Mucasa se las arreglaba para convencer a su mamá de dejarlo entrar en el corral entrenador para mostrarle todas sus cartas Pokémon, y pese a que durante cuatro años todo marchó a la perfección, Mucasa cumplió diez y comenzó a interesarse en pasar tiempo a solas, tanto como le resultara posible. Fue entonces que Duxo terminó olvidado entre el abismo de sus padres y su hermano, una brecha insuperable que lo atormentó por años hasta que Mucasa partió hacia la universidad y sus padres decidieron que él se criaría solo.
Durante años, a Mucasa siempre le resultó intrigante la especie de mundo en la que vivía Duxo, que era demasiado... demasiado Duxo, demasiado brillante como para ser parte de una visión impuesta por los mismos padres que lo criaron a él como si fuera un arma. Era demasiado linda como para ser verdad, y Mucasa sentía tanta envidia en su pecho ahuecado cuando veía la sonrisita ingenua en esa cara tan redonda, y sentía vergüenza de sí mismo por odiar tanto la inocencia de un niño. Se sentía deshecho, como un bicho raro que por razones internas había terminado en una familia que ni siquiera conocía.
Hubieron miles de momentos en los que Duxo le hizo darse cuenta de lo mucho que necesitaba ser protegido, de lo inocente que era todavía para enfrentarse a un sinfín de realidades que a Mucasa lo habían dejado sin aire en los pulmones. Pero fue cobarde y huyó apenas encontró la oportunidad, en Inglaterra de seguro sus problemas no lo seguirían; en Inglaterra no sentiría la soñadora miradita de un niño con sueños por contarle al mundo, de su hermano.
Mucasa era muy tonto a esa edad, incluso si tuvo que madurar antes de tiempo, incluso si tuvo que afrontar el hecho de que sus sueños no eran más que simples cuentos, incluso si tuvo que ser un adulto cuidando de otros más; nunca pudo escapar de Duxo, ni de sus dibujos tan sinceros, y mucho menos de su simple recuerdo.
No fue hasta un día de Octubre, mucho antes de su cumpleaños, que Mucasa se dio cuenta de que debía disculparse con su hermano por haberlo dejado atrás con tanta facilidad, por haberlo abandonado con millones de cortadas infectándose en sus sueños infantiles. Sería absurdo ignorar los fantasmas que los atormentaban a ambos por siempre, y Mucasa tuvo que mentalizarse muchísimo para finalmente tomar una decisión.
El día finalmente había llegado.
Pero Mucasa no se sentía listo, no aún.
— Mucasa. — Locochon tocó su hombro cuando notó lo absorto que se veía. — ¿Estás pensando en Duxo?, deberías.. disculparte.
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Cómo (no) olvidar a tu ex • Duxino
FanfictionDuxo tiene un ex, uno muy bonito de cabellos castaños y ojos amielados que brillan contra el sol, uno amable y sincero que siempre está dispuesto a ayudar si es necesario. Duxo tiene también un mejor amigo que es consciente de lo mucho que podría a...