6. Disco rayado

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Aquino se despertó cuando sintió las suaves caricias de su madre en sus mejillas y ambos se sonrieron con cariño antes de desperezarse para iniciar esa mañana. Estaban en épocas decembrinas y las vacaciones llegaron con una sencillez que todos los estudiantes apreciaron, sólo que los alumnos que tomaban clases extra debían seguir presentándose por una semana más para concluir con sus pruebas. Aquino, para su desgracia, era uno de ellos.

— Te espero abajo pichoncito. — Le dijo su madre cariñosamente antes de cerrar la puerta de su cuarto. Aquino limpió su rostro con las mangas del pijama suavecito que estaba usando y tomó su teléfono de la encimera para revisarlo.

Le había enviado un mensaje a Duxo después de irse del hospital, casi tan rápido como un guepardo en cacería. En la bruma de la noche no pensó realmente lo que había escrito, y con la desesperación de saber que había involucrado accidentalmente a Estailus en sus tonterías amorosas y Kendo no se detendría hasta tener respuestas, probablemente, había actuado por impulso, otra vez.

No quería que Estailus se enterara de lo que casi había dicho y tampoco quería que Kendo iniciara una investigación profunda como siempre solía hacerlo cuando necesitaba el chisme o 'contexto' completo de algo; era demasiado cansado y ya tenía suficiente con las tutorías avanzadas, necesitaba un descanso. Uno cálido, pequeño y abrazable llamado Capicuy.

¿Dónde estaba ese diablillo?, Aquino se acomodó la chaqueta de los hombros y bajó la escalera de caracol con entusiasmo al oler la sutil fragancia de vainilla que usaba su hermanastra antes de ir al colegio. Mictia tenía buen gusto en la moda, en las chicas y en los perfumes, y Aquino disfrutaba de conversar con ella cada vez que le tocaba quedarse en casa de sus padres.

— Buenos días. — Murmuró la muchacha entre bocados de panqueques y moras. — Casi ni alcanzabas a desayunar. 

— Fue una noche larga. — Suspiró.

Ninguno dijo palabra alguna posteriormente, pero ambos desayunaron con normalidad mientras Capicuy y Floppix correteaban juguetones entre las cuatro patas de la mesa.

El colegio que usualmente estaba lleno y rebosante de energía se había vuelto una especie de edificación fantasma, lo cual tenía sentido, sólo estaban llegando alumnos de tutoría avanzada y todos estaban demasiado exhaustos como para divertirse un...

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El colegio que usualmente estaba lleno y rebosante de energía se había vuelto una especie de edificación fantasma, lo cual tenía sentido, sólo estaban llegando alumnos de tutoría avanzada y todos estaban demasiado exhaustos como para divertirse un poco. 

— Nos vemos en aritmética. — Mictia le entregó su mochila y Aquino la tomó y le sonrió. — No me mires así, es un dolor de cabeza verte batallar por el peso.

— En el fondo tú me quieres.

Mictia rodó los ojos y se despidió, Aquino seguía sonriendo cuando entró en su aula y saludó a Lucasta, que le devolvió el saludo amablemente, y siguió sonriendo hasta que Estailus entró al aula y se sentó a su lado, entonces su rostro cambió para volverse una mueca ofuscada de incomodidad, pero aún así lo saludó.

Cómo (no) olvidar a tu ex  •  DuxinoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora