08. Hablemos de Max Verstappen

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Esteban, al escuchar la pregunta de Sergio, ensanchó su sonrisa.

Pâtisseries françaises —dijo, disfrutando de los sonidos de asombro que emitieron los alumnos en el aula al escucharlo hablar francés perfectamente—. ¡Saluden al nuevo maestro que impartirá el curso avanzado de repostería francesa!

—Ay, por favor... —el desagrado en las palabras de Fernando era evidente.

—La vida da muchas vueltas —Esteban lo ignoró y siguió hablando, regocijándose del espectáculo que estaba brindando—. Un día estudias para chef en uno de los institutos de cocina más importantes del país y al otro tienes la oportunidad de compartir tus conocimientos con los talentos más jóvenes. Pero dime, Sergio... ¿Realmente puedo decir lo mismo de ti?

Max, quien hasta ese momento se había mantenido en modo espectador, notó que Sergio estaba paralizado. Fernando aún lo tenía sujeto del brazo por si acaso, pero de verdad que no parecía necesario. Se veía tan petrificado que resultaba imposible imaginar que haría algo al respecto.

—¿Sergio? ¿Estás bien? —se animó a preguntar, pero antes de que Sergio pudiera decir algo, Esteban volvió a hablar.

—¿Este es el famoso "Chef Sergio" del que todos hablan? —Esteban ahora estaba dirigiéndose a los alumnos—. Cuando escuché de él creí que se trataría de otra persona, pero ahora veo que no. Como están las cosas, me sorprende que haya podido generar tanta fama a su favor.

—Esteban, por favor, muestra un poco de respeto —Fernando intervino. Su rostro estaba rojo como una manzana, producto del coraje—. No es el lugar ni el momento para hacer estas cosas. Todas estas personas pagaron para recibir un curso de repostería y eso es lo que van a obtener. Los asuntos personales los resolveremos después afuera del aula. Ahora vete, por favor.

Fernando había sonado tan serio que daba la impresión de que en algún otro momento había tenido un cargo de autoridad importante. Por supuesto que sus palabras no le agradaron a Esteban, pero pareció tener un poco de sentido común ya que retrocedió unos pasos hacia la puerta, dando a entender que se marcharía.

—Pero antes, déjenme decirles una cosa más —Esteban tuvo la necesidad de abrir la boca de nuevo. Los alumnos de Sergio otra vez eran su foco de atención—. Si en algún momento quieren aprender repostería de verdad, las puertas de mi clase siempre estarán abiertas para ustedes. Mi nombre es Esteban Ocon, chef repostero graduado del Culinary Institute of America, una de las mejores universidades especializadas en artes culinarias, repostería y panadería de este país. También fui chef de cuisine en Pierre Hermé, una de las pastelerías más famosas e importantes de París. Y, por si fuera poco, fui reconocido como uno de los mejores 50 chefs del mundo el año pasado —hizo una pausa, satisfecho de observar los rostros sorprendidos de los alumnos presentes en el aula—. Tal vez deberían preguntarle al chef Sergio sus logros, creo que sería algo muy interesante de escuchar...

Dicho esto, Esteban por fin abandonó el aula y los alumnos comenzaron a murmurar entre ellos, dirigiéndole miradas extrañas a Sergio, quien prácticamente seguía en shock. Max no pudo evitar preocuparse, así que sin importarle ser un poco invasivo con su espacio, colocó una mano sobre su hombro y trató de hacerlo reaccionar.

—¿Sergio?

Funcionó. Los ojos marrones de Sergio revolotearon unos instantes hasta que finalmente repararon en la presencia de Max. Incluso su pecho se sacudió por el aturdimiento, como si hubiera estado aguantando la respiración durante mucho tiempo.

—Max...

Cuando su nombre salió de los labios de Sergio, Max sintió la necesidad de apartarlo un momento de todas esas miradas fisgonas para preguntarle qué demonios estaba pasando. Sin embargo, Fernando se le adelantó.

Arroz con leche || ChestappenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora