19. Una visita a Hyde Park

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—Sergio, quiero decirte algo.

—¿Qué pasa?

—Tú sabes que me encantas mucho, ¿verdad?

—Sí, creo que sí.

—Y que eres la persona más hermosa de este mundo.

—Bueno...

Lo eres.

—Bien, lo soy, tranquilo. ¿Es eso lo que querías decirme?

—Sí y no, por eso necesito que me dejes terminar.

—Adelante, te escucho.

—Bien, sabes que pienso todo eso porque sin duda alguna es verdad, pero el que traigas puesta una de mis camisas, solo la camisa, y claro, esos boxers que te quedan muy bien, hace que quiera comerte a besos todo el rato. ¿Estás intentando vengarte por lo que sucedió en la ducha? Porque si es así, déjame decirte que acepto la revancha.

—¡Max, no!

Sergio estalló en carcajadas cuando Max se abalanzó sobre él para llenarle el rostro de besos. Estaban viendo televisión desde la comodidad de su cama ya que el día había sido poco productivo. Bueno, "poco" era un decir después de lo sucedido en el baño, pero en términos de actividades diarias no habían hecho absolutamente nada más que pedir comida a domicilio y ver Friends.

—¡Max! ¡Detente! ¡Me haces cosquillas!

—Ya no eres un chefsito escurridizo cuando te tengo entre mis brazos, ¿verdad?

—¡Max, por favor! —suplicó Sergio risueño al sentir que ya no podía más. Y cuando fue liberado, aprovechó que Max también estaba recuperándose para colocarse encima suyo.

—¡Hey! ¡Eres un tramposo!

—Vamos, acepta que te gané esta vez y deja de llorar —Sergio lo miró con autosuficiencia—. Además, no entiendo por qué te quejas si voy a darte un premio.

—¿Un premio? ¿Por qué?

—Por ser el mejor novio del mundo.

Mmm... eso no suena tan mal —Max hizo un gesto pensativo mientras lo tomaba de las caderas—. ¿Puedo saber qué clase de premio es?

—Cierra los ojos y lo sabrás.

—Pero...

—Shhh —Sergio lo silenció colocando el dedo índice sobre sus labios—. No seas ansioso y obedece.

Max pausó la serie e hizo lo que le pidió. Le gustaba cuando Sergio se deshacía de la timidez y tomaba la iniciativa en los juegos de seducción. En su opinión tenía un don nato para eso, pero prefería no presionarlo ya que las mejores cosas sucedían cuando no existía una presión de por medio. A pesar de que el premio era obvio, sonrió con satisfacción al sentir un cálido beso en el cuello. Había sido lento y suave, lleno de mucho amor. Creyó que el momento moriría ahí, pero tras ese beso vinieron muchos más hasta que todo finalizó con un piquito en los labios. Entonces, tomó la decisión de abrir los ojos y se encontró con una sonrisa que provocó que su pecho diera un vuelco de la emoción.

—¿Te gustó? —preguntó Sergio, trazando líneas imaginarias en su rostro con la punta de su dedo índice. Y cuando pasó cerca de su nariz, Max capturó su mano con sutileza y le besó los nudillos.

—Todo de ti me gusta —le respondió.

—Y a mí me gusta todo de ti.

—¿Ah sí?

Arroz con leche || ChestappenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora