Cinco: ¿Qué diría?

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Pasó una semana y Tomás había decidido dejar su dieta extrema por Iván, no lo quería preocupar.

El rubio se encontraba sentado al tronco de un árbol escuchando música con su pequeño parlante, su pierna estaba cumpliendo función de almohada muy bien para Raúl, dicho pelinegro tenia puesto un suéter del mayor, le quedaba grande porque Tomás usaba ropa holgada e Iván era más delgado que el rubio. Iván había dicho que tenía frío y Arbillaga le había cedido su suéter y así era cómo varias camisas y suéteres del mayor habían terminado en el armario del pelinegro.

Buhajeruk tenía el celular de Tomás, llevaba raro mirando las fotos que se había tomado hace tiempo y tomándose nuevas, el mayor no borraba ni una foto de Iván a pesar de tener poco espacio.

—Te llegó un mensaje. —el pelinegro aviso a Tomás.

—¿Qué dice?

—Es de tu hermana y dice: «Hola hermanito, llegue a casa, pero solo vine a recoger mi mochila para el campamento, cuídate mucho, nos vemos en dos días» —leyó tal cual era el mensaje.

—Lo olvidaba. —dijo Tomás, agarró su teléfono y comenzó a marcarle a su hermana.

Iván estiró su mano, acariciando la nuca del rubio, que besarlo.

¿Qué pasaría si jalaba a Tomás hacia abajo y lo besaba lentamente? Si metía su lengua en la boca del rubio y mordía su labio inferior antes de separarse como siempre lo había imaginado, ¿qué le diría?

¿Arbillaga lo golpearía o le seguiría el beso? Se preguntaba el pelinegro, mientras sus dedos acariciaban suavemente el cabello rubio del chico que le daba instrucciones a su hermana por teléfono.

A pesar de ser mayorcito no tenía el valor para decirle a un chico de diecinueve que estaba enamorado de él. Pero vamos, no era cualquier chico, era Tomás Arbillaga, su mejor e inseguro amigo.

Un momento después y Buhajeruk ya tenía el celular del oji-marrón en sus manos, había confianza, el rubio le prestaba su celular siempre.

—Tomi, ve a mi casa a dormir. —propuso el pelinegro sentándose esta vez frente a él—. Tu hermana no estará en tu casa —el rubio lo miró sin decir nada—. Vamos, ha pasado mucho desde que fui a quedarme en tu casa, ahora ven vos a la mía. —volvió a pedir, él genial su propia casa aunque a veces dormía en casa de su madre.

Tomás no sabía qué decir, mucho peor al ver la ilusión en la cara de Iván.

—Por favor, ¿Sí?

—Está bien. —estuvo a punto de negarse, pero no podía, ¿quién se atrevería a quitar el brillo en los ojos de alguien tan lindo como Iván?

—¡Gracias, te amo! —Tomás sonrió al sentir los labios del pelinegro en su mejilla repetidas veces.

—Que desperdicio, no lo puedo creer. —habló Sebastián, observando a lo lejos con sus amigos a Tomás e Iván, esos dos estaban en su propio mundo.

—Dicen que sólo es su mejor amigo. —planteó otro de los chicos del grupo al no estar seguros si eran novios, ya que ellos no estaban en su aula, y la belleza de Iván era admirada por muchos y muchas.

—Es claro que a Buhajeruk le gusta el gordo, ¿quién no se da cuenta de eso? —Casi todos se daban cuenta de ese detalle, al parecer uno de los pocos que no lo notaba era Tomás o su inseguridad.

—Es claro que a Buhajeruk le gusta el gordo, ¿quién no se da cuenta de eso? —Casi todos se daban cuenta de ese detalle, al parecer uno de los pocos que no lo notaba era Tomás o su inseguridad

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GORDITO  ☆  spreen + rob .Donde viven las historias. Descúbrelo ahora