Siete: Un hombre maravilloso

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“Si te hacen daño los demás, ¿por qué tú también te lo haces? —Porta (Espejismos).

Era lunes las clases habían comenzado, el fin de semana juntos para los chicos fue normal, no se besaron más, tampoco hablaron de ello en ese día.

Y tal vez ese fue la mejor decisión.

Tomás se encontraba muy concentrado prestando atención a la clase, sintió como algo pequeño llegaba a su cabeza, giró su rostro y solo pudo ver a Martín con una sonrisa burlona y sus amigos reír. Sin tomar mucha importancia volvió a concentrarse, pero otra vez tiraron una bola de papel en su cabeza, luego esta cayó en su mesa. Iván que tocaba a un lado del rubio observó como él desdoblaba la hoja; “ADELGAZA GORDO DE MIERDA”.

Se leía en letras muy grandes, Arbillaga arrugó la hoja y la metió en su mochila, su corazón dolía, pero fingió estar bien y poner atención nuevamente.

Buhajeruk por su parte tenía su semblante serio y su mirada era intensa para Kovacs, al que poco a poco se le borró la sonrisa del rostro. El pelinegro totalmente enojado sacó su dedo medio para él.

Iván podía ser sonriente y amable con todos, excepto cuando alguien molestaba a Tomás por su peso, ahí podían ver su faceta de enojado y era super intimidante.

Iván podía ser sonriente y amable con todos, excepto cuando alguien molestaba a Tomás por su peso, ahí podían ver su faceta de enojado y era super intimidante

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Hora del almuerzo, la maestra salió del salón hace unos quince minutos aproximadamente. Al igual que la mayoría, el rubio y el alto habían salido y buscado una mesa para comer.

—Tomi, voy a comprar comida, ya regreso. —Aviso el pelinegro antes de ir en dirección al chalet, donde le agradaba más la forma en la que las encargadas cocinaban, porque habían lugares de los cuales la comida no le agradaba, y como suele pasar dicho chalet se llenaba.

Habían pasado veinte minutos y Tomás esperaba al menor como siempre, la mayoría de veces Vicky –la hermana del rubio– le ponía comida para que almorzara, ya había sacado su comida, solo esperaba a Iván para comer juntos.

El muy bien conocido grupito de Martín Kovacs llegó hasta la mesa, Arbillaga dio un largo suspiro, él no quería escuchar lo que ya sabía; que estaba gordo y feo, pero ellos se encargaban de recordárselo casi todos los días.

—Tomás, Tomás… amigo. —Martín sonrió sentándose frente al rubio, padecía como si no tuviera una vida propia—. ¡Dios, mírate! Mira lo asqueroso que estas, tu cuerpo no necesita más grasa de la que tiene, estás enfermo.

—Mi salud está perfectamente bien… —su doctor le había confirmado que estaba bien de salud—. Mi dieta para practicar Taekwondo me mantiene saludable, si esa es tu preocupación. —habló Tomás molesto.

—No es muy efectiva, porque seguís siendo una bola de grasa andante, quiérete un poco más y mejora tu aspecto, das asco. —el chico de cabellos oscuros tomó la comida del rubio y la botó justo en el basurero a unos metros de la mesa y se sentaron con sus propios almuerzos en la mesa vecina.

GORDITO  ☆  spreen + rob .Donde viven las historias. Descúbrelo ahora