CAPITULO 1

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TOM RIDDLE

—¡NO! —grité con enojo. Las últimas horas Kaida había pasado el tiempo entrenando conmigo. Era una niña bastante cobarde que agotó mi paciencia en poco tiempo—. ¡Sostén la varita así! —tomé su mano con más fuerza de la que debería y la elevé a la altura adecuada posicionándome detrás de su cuerpo—. Necesitas tener confianza en ti y en tu varita, sino no vas a avanzar nunca.

Su mirada azul me provocaba a querer quitarle los ojos como castigo.

—Hazlo de nuevo.

—Pero...

—Sin peros, no quiero escuchar peros —le dejé en claro. Su vocecita comenzaba a fastidiarme, no podía permitir que un mago en Slytherin fuera tan serio, torpe e inútil.

Ella pasó saliva y entonces tomó su varita con fuerza, su ceño se frunció y el azul de sus ojos se volvió determinante lo cual hizo que mi pecho se inflara.

¡Expulso! —apuntó hacia una roca, peor entonces sucedió lo esperado. La roca se mantuvo en su lugar y el cuerpo de Kaida salió volando por los aires hasta aterrizar en el pasto mojado ensuciando su uniforme.

Negué con la cabeza.

—Eso es todo —comencé a caminar lejos de ella, no iba a desperdiciar mi tiempo el día de hoy, no con esa niña necia que por su cobardía no sería capaz de conjurar un solo hechizo de manera correcta.

—¡Espera! —escuché como se ponía de pie y se acercaba a mí, empero hice caso omiso a su fastidiosa voz.

A punto de bajar la colina volví a escuchar su voz.

¡Expulso! —recibí un fuerte golpe en un brazo el cual me hizo girar de inmediato. El dolor se extendió por la zona de la cual goteaba ese líquido carmesí que estaba acostumbrado a ver.

No sabía si sentirme enojado o ¿feliz? Pero elevé la mirada para observar a Kaida, esa mirada, de nuevo esa determinación más acentuada que nunca y su pecho erguido.

—¡Lo conseguí! Ahora quédate aquí y sigamos entrenando —la firmeza en su voz y su cuerpo casi me hicieron sonreír, quizá y muy en el fondo la mocosa no era tan mala después de todo.

—¡Lo conseguí! Ahora quédate aquí y sigamos entrenando —la firmeza en su voz y su cuerpo casi me hicieron sonreír, quizá y muy en el fondo la mocosa no era tan mala después de todo

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KAIDA POTTER

De nuevo mi cuerpo salió disparado chocando contra una roca, el dolor me hizo soltar un grito y contener la respiración por unos segundos.

—Mocosa —gruñó Tom entre dientes—. ¿Así quieres seguir aprendiendo? Desperdicio mi tiempo contigo —esas palabras que salieron con total amargura solo me hicieron levantarme una vez más, era testaruda y no podía negarlo, pero prefería que me llamar testaruda a cobarde.

—¿Ya te cansaste, Riddle? —empuñé mi varita y me puse firme—. Una vez más —el dolor de mi espalda se extendió por todo mi cuerpo, casi podía sentir algo tibio resbalando desde mi columna.

Conjurando Amor  /  Riddle 🔞Donde viven las historias. Descúbrelo ahora