CAPITULO 4

150 11 4
                                    

KAIDA

Poco a poco los alumnos comenzaron a subir con sus maletas al expreso de Hogwarts.

Muchos se veían desilusionados y yo no era la excepción.

Me acerqué a los chicos y Mattheo fue el primero en darme un fuerte abrazo, su sonrisa seguía ahí, pero no tan radiante como solía serlo.

—Adiós, niña bonita, nos vemos en dos meses —me dijo al separarse. Estuve a punto de llorar, estos últimos meses que había pasado junto a ellos habían sido lo mejor de mi vida y ahora sentía un vacío muy grande en mi pecho.

—Adiós, Mattheo, no mates a nadie en mi ausencia —él me dio una sonrisa traviesa.

—¡Que egoísta! Déjame divertirme, aunque sea un poco —de nuevo ese tono aniñado.

—Anda entonces, solo promete que me escribirás contándome como lo estas llevando —el asintió y levantó su mano en seña de promesa. El tren comenzaba a llenarse así que, tras una despedida agridulce, Mattheo salió corriendo para apartar un asiento para sus hermanos.

—Adiós, niña malcriada, deja de quejarte por primera vez en tu vida y... —pasó saliva, ni siquiera me miraba a los ojos—, no dejes que Potter te diga que hacer, menos ese primo tuyo.

Reí un poco, mi querido café sin azúcar.

—Te voy a extrañar, Theo, a ti y a tu cara de amargado. ¿Te recomiendo algo? Lee tus libros en el jardín a ver si te quitas esa cara de perro que te cargas —recomendé con completa diversión—. Tampoco dejes que Tom te diga que cosas leer, es un amargado igual que tú así que debe entenderte.

—¿Ahora das consejos familiares, Kaida? —negó con la cabeza y sonrió—, dale consejos a tu hermano, está más jodido que el mío.

No lo negué. Luego de un último vistazo, Theo se subió al tren, Hagrid ya nos estaba apurando y el tren casi se iba.

Por fín, el mayor de los Riddle se acercó con esa mirada profunda que me hacía temblar y sonrojar, era tan guapo para su conveniencia.

—Nos vemos luego, descarada —dijo, su voz sonaba tan profunda que podría dormir en segundos si me contaba un cuento. Tom era perfecto.

—Adiós, Tommy, gracias por todo —su ceño se frunció ligeramente y casi vi una mueca de asco.

—No vuelvas a llamarme así, suena ridículamente tierno y vomitivo —se quejó, tomando el aza de su maleta.

—Ah, lo que pasa es que eres un amargado, pero ya te acostumbrarás —chasqueó la lengua mientras yo solo podía sonreír con diversión, esta vez no podía castigarme.

—Será mejor que no, ahora lárgate con Potter —le di un asentimiento, tomé mi maleta y pasé por su lado con un sentimiento de soledad que comenzaba a apoderarse de mí.

—¡Kaida! —voltee hacia atrás—. Levanta esa mirada, no todos pueden fardar de haber convivido con un Riddle —y con esas últimas palabras, Tom siguió su camino hasta su vagón asignado y yo hacia el mío.

Mi corazón estaba tan acelerado en mi pecho, su voz, sus palabras, su porte.

Maldito niño.

Todo en él me hacía sentir extrañamente bien así nos estuviéramos despidiendo.

Definitivamente no me veía sin él, mejor dicho, no me veía sin ellos en mi vida.

Solté todo el aire que no sabía que estaba reteniendo y caminé por el pasillo del vagón observando entre las puertas hasta que encontré la asignada.

Conjurando Amor  /  Riddle 🔞Donde viven las historias. Descúbrelo ahora