Nuevo Mundo

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–¿Eh? ¿Qué es esto una broma?– Exclamó Gen mientras enderezaba la espalda. En verdad le dolía la columna, parecía que había estado cientos de años en la misma postura. –Le dije a Matsuda que no quería más sorpresas en el guión. 

–Estás en el año 5738– Una voz imponente a sus espaldas hizo que Gen abriera desmedidamente los ojos y enfocara su vista hacia la sombría figura. –Han pasado 3700 años, pero tú todavía tienes 19.

–Tú eres.. – Gen fue acostumbrando sus ojos al sol y pudo reconocer a la persona –Estabas conmigo en el programa. El estudiante primate más fuerte, Shishio Tsukasa.

–Reúno aquí las estatuas de la gente que tengo que revivir primero– La mirada de Tsukasa se encontraba perdida, no transmitía ningún sentimiento, al igual que su voz monótona – Incluyendote, Gen.

Gen no entendía a qué se refería ¿Revivir?¿Estatuas? hasta que vió la inmensa montaña de, lo que parecían ser, personas convertidas en piedra. Era una vista espantosa. Se quedó paralizado observando la gigantesca sombra no sabe por cuánto tiempo.

Luego, Tsukasa le dió a Gen una muda de ropa, no se había percatado de su desnudez hasta que el hombre más alto llamó su atención ofreciéndole las prendas que sostenía en sus brazos.

Qué vergüenza.

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La caminata había sido amena. Tsukasa lo guiaba entre los árboles y arbustos mientras relataba a Gen información e ideologías del nuevo mundo.

Gen no estaba prestando mucha atención, más bien; Gen no estaba ni un poco metido en la conversación que le estaba dando Tsukasa. No entendía qué era lo que pasaba, él se caracterizaba por ser una persona sumamente atenta a su entorno y a las personas. Sobre todo en una situación como esta en la que el mundo estaba de cabeza y debía enfocar todo su intelecto en ese escenario. 

Se sentía mareado, cansado, como si una fiebre incontrolable lo estuviera consumiendo, una pirexia que hacía que sus pensamientos no pudieran enfocarse en nada más que su agonía. No se dió cuenta cuando comenzó a respirar agitado y a perder el ritmo de la caminata. Le temblaban las piernas, no tenía fuerza para seguir avanzando. 

Levantó la cabeza tratando de visualizar al hombre que antes se encontraba marchando delante suyo, pero solo pudo divisar la espesa vegetación que había desarrollado Japón cuando la humanidad cayó.

Apoyó su hombro en el tronco de un árbol cercano para intentar mantenerse en pie. Respiraba errático por la boca mientras trataba de pensar ¿Algún efecto adverso de la despetrificación? No, Tsukasa le hubiera advertido ¿Algún tipo de enfermedad nueva? Podría haberla adquirido mientras caminaba por el bosque, pero era muy improbable que le hiciera efecto tan rápido. Su mente seguía maquinando ideas, hasta que la humedad en su trasero lo hizo quedarse en blanco por un momento.

Tenía sentido. Todo cuadraba. Y Gen no quería admitirlo, pero antes de que todos los humanos se convirtieran en piedra él estaba comenzando su ciclo de celo.

Se deslizó por el tronco, dejando de intentar mantenerse de pie y permitiéndose caer al piso. Llevó sus manos a su boca y trató de contener los chillidos de tristeza y dolor que salían de esta.

Hizo una rabieta contra él mismo. Contra su omega. No quería entrar en celo y tenía miedo No quería desear a un alfa, no quería perder la cordura y actuar de acuerdo a sus instintos. Gen era una persona sumamente racional, hablaba y actuaba acorde a lo que quería obtener, no haría algo si no estaba seguro de conseguir su objetivo. Gen le temía a su omega. Desde que supo cómo actuaban los omegas en celo, prometió que jamás dejaría salir al suyo. Viviría como un beta normal y corriente, reprimiría tanto a su omega interno que, tal vez; a lo mejor, moriría después de descubrir que estaría por siempre cautivo.

Dᴇsᴘᴇʀᴛᴀʀ ᴏᴍᴇɢᴀ [PAUSADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora