CAPÍTULO 4 P1

365 9 0
                                    

PVO FIL

Observo a Laura y la felicito mentalmente por su excelente actuación.

Desde que iba bajando las escaleras, el brillo de sus ojos deslumbró a todos. Su enorme sonrisa no ha desaparecido y cuando el juez falso nos declaró marido y mujer, se arrojó a mis brazos y me dio el beso más largo que jamás nadie me haya dado. Fue tan dulce que casi creí que había nacido una conexión especial entre los dos, pero de inmediato me obligué a desechar esa absurda idea.

Su mano ha sostenido la mía durante estas largas horas de fiesta y a pesar de que le he pedido irse a bailar con mis sobrinos o con algunos de sus amigos, ella no ha querido abandonarme.

–¡Quiero bailar esa canción! –dijo cuando el tema de "My Heart Will Go On", empezó a sonar.

–Si quieres puedes ir con tu instructor de pintura para invitarlo a bailar contigo –respondí al verlo entrar a la fiesta.

–Es una canción para una pareja, no para bailarla con cualquiera –su tono de voz me reveló que se ofendió por la propuesta.

–Sé que es para una pareja y justamente por eso nosotros no podemos bailarla. Además, esa canción es la que mis padres bailaron el día de su boda y me niego a arruinarla.

–¿Arruinarla? –hoy Laura estaba comportándose muy raro –¿vamos a arruinarla si nosotros la bailamos?... ¿por qué?, ahora somos esposos y tenemos derecho a buscar una canción que nos represente.

–Puedes escoger cualquiera, menos esa –desvié mi mirada hacia donde estaba el maestro de pintura –pero lo dejaremos para otra ocasión. Si quieres bailarla, necesitas ir por una buena pareja y tu instructor parece estar bastante dispuesto a sacarte a bailar.

Laura volteo a ver al susodicho y por la mueca que hizo me di cuenta de que no le agrada.

–¿Te ha molestado? –me animé a indagar.

–Sí... Escucha Fil, independientemente de que me estés pagando para ser tu esposa y que consideres nuestra relación como un simple negocio, no me parece que te dediques a buscarme amantes. Si tu deseo es que te ponga el cuerno, por lo menos deberías dejar que yo decida con quién me acuesto.

–Yo... –no me esperaba esto y la vergüenza de mi comportamiento me había dejado sin habla.

–Cuando yo quiera tener un amante, te aviso para sepas que es mi deseo, pero mientras no te diga nada, ¿puedes hacerme el favor de dejar de intentar arrojarme a los brazos de cualquier hombre?

–¡Laura, lamento haber... –con su mano me indicó que dejara de hablar.

–¡Está bien!, entiendo que el que paga manda y como veo que mi presencia te molesta, me voy a encerrar un rato en el baño.

Cuando la vi levantarse, instintivamente mi mano se apresuró a sujetar su brazo para detenerla, (lógicamente Laura me dirigió una mirada confundida).

–¡Perdóname! –acerqué su mano a mis labios y deposité un beso en su dorso –tienes razón en estar enojada. Comprendo que intentar emparejarte con otros hombres es una aberración porque te estoy poniendo en una situación difícil con tu novio.

–No lo decía por Miguel –la dureza en su tono me hizo mirarla a los ojos –¡por favor!, ya no quiero que le permitas acercarse a mí, ni a él, ni a nadie más –ahora suplicaba con desesperación.

–Pero ¿no se supone que es tu novio y es la persona que tiene el control de este trato porque tú se lo pediste?

–No te imaginas el infierno que me ha hecho vivir ese maldito –sus ojos se cristalizaron por las lágrimas –antes creía que lo amaba y por eso hacía todo lo que me ordenaba, pero no era amor, si no miedo, y por culpa de ese miedo, mi vida entera se destruyó.

EL HIJO DEL VIEJO CONSERJEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora