Male Reader | One-shots!

Stephen Stills

Character(s) : Subby Top Stephen x Power Bottom Male Reader

Autor/a : gatorbites-imagines

TW : Headcannon

Plataforma : Tumblr

Fandom : Scott Pilgrim vs the world

Stephen tarda un tiempo en aceptar su propia sexualidad, y aún más en actuar en consecuencia. Su grupo de amigos probablemente le arrastra a algún tipo de club, ya que todos quieren soltarse y sacarle de su zona de confort.

Stephen se encuentra en un rincón con algún tipo de bebida alcohólica, intentando evitar las multitudes y tratando de no mirar fijamente a los muchos chicos atractivos que pasean por allí. Se siente extremadamente fuera de lugar con sus pantalones, sus camisas de franela y su cuerpo grueso.

Sin embargo, eso es lo que acaba llamando su atención: no intenta aparentar más de lo que es y no presume de nada. Así que, tras decir a tus amigos que vuelves enseguida, te acercas al guitarrista.

Stephen casi cree que se lo está imaginando cuando te deslizas a su lado, apoyado en la pared, con una sonrisa de oreja a oreja, la ropa perfectamente ajustada al cuerpo y el pelo peinado de una forma que sólo te hace más atractiva.

No se lo creería cuando afirmas que es atractivo y que por eso estás coqueteando con él, ya que probablemente esté acostumbrado a que la gente haga bromas sobre su aspecto.

Imagínate la sorpresa de Stephen cuando le coges de la mano y tiras de él hacia la pista de baile. La cara de Stephen se pone roja y casi se le cae la bebida, casi vacía. Su mano libre te agarra por la cadera mientras te mueves contra él con esos movimientos pecaminosos.

Jura que puede oír el silbido del lobo Wallace en algún lugar del fondo a través de la música que suena por los altavoces, especialmente cuando te aprietas contra Stephen y le hundes la cara en el cuello.

Se le escapa una respiración agitada cuando empiezas a pellizcarle el cuello, presionando la superficie de la piel con la lengua y arrastrándola por la barba incipiente que le recorre el cuello. Stephen echa la cabeza hacia atrás con un suave gemido, un ruido que no puedes oír por la música, pero que sientes en tus labios.

En algún momento pierde lo que quedaba de su bebida, pero en este punto Stephen no puede encontrar en sí mismo lo que le importa, ya que está a tientas en tu cintura, tirando de tus caderas contra las suyas, las erecciones chocando entre sí y haciéndole temblar y jadear.

Está mareado por la sangre que le sube a la cabeza, es decir, a los dos, ya que Stephen nunca se había encontrado tan duro e inseguro de sí mismo. Se tambalea cuando de repente te echas hacia atrás y le agarras de las manos para guiarle entre la multitud.

Todo lo que Stephen puede hacer es seguirte a trompicones mientras le conduces a alguna parte, por un pasillo y doblando una esquina, y entrando por una puerta de aspecto normal. Un baño, uno de los empleados cuya ubicación la gente no debería conocer, pero tú habías trabajado a tiempo parcial en el club en algún momento, así que conocías el camino.

Pocas palabras han pasado entre los dos antes de que lo besaras, con las manos hundidas en su pelo castaño alborotado, con su barba incipiente frotándote la piel de la cara en carne viva mientras sus manos se encuentran en tu torso, tocando y sintiendo tu cuerpo a través de tu ropa.

Sus besos no son los más experimentados, y quizá se deba al hecho de que es un territorio completamente nuevo para él, es decir, hacer esto con un hombre. Pero lo compensa con su entusiasmo, y los suaves ruidos que deja pasar de su boca a la tuya no hacen más que aumentar tu placer.

Es difícil no sonreír al ver lo desesperado que parece Stephen, con sus caderas girando contra las tuyas, el corazón acelerado en el pecho y la cara caliente y sonrojada.

Cuando por fin le tocas la entrepierna con la palma de la mano, emite un grito ahogado y sus caderas se agitan hacia delante, tratando de impulsarse hacia ti, buscando el contacto que tanto ansía.

Stephen se tambalea cuando te separas de él y lo empujas hacia el inodoro. Tus manos trabajan con pericia mientras le desabrochas el cinturón y le sacas la polla antes de que se siente. Gime suavemente mientras su dura polla se retuerce, el presemen se acumula en su roja punta mientras sus manos se agarran a tus costados y sus ojos te miran con la expresión más hambrienta que jamás te haya dado un hombre.

Le das un beso en los labios para distraerlo mientras te quitas los zapatos y los pantalones, dejándote los calcetines, ya que sigue siendo un baño público, y encuentras un paquete de lubricante en el bolsillo de la chaqueta antes de tirarla al suelo.

Una maldición temblorosa sale de sus labios cuando te metes en su regazo tan bien como puedes en tu ubicación actual, tus dedos encuentran fácilmente tu agujero y te abres con facilidad practicada, tu polla dura presionando contra el suave centro de Stephens.

No tardas mucho en abrirte y, con el lubricante sobrante, enjabonas su dolorida polla, haciéndole poner los ojos en blanco y soltar un gemido silencioso.

No puedes evitar murmurarle un suave elogio mientras desciendes sobre él, su polla te llena y ambos gimieron al sentirla, los ruidos de Stephens más temblorosos que los tuyos mientras te agarra con más fuerza por las caderas.

Acaba besándote desesperadamente mientras empiezas a cabalgar sobre él, el beso húmedo y desigual ya que parece que no puede concentrarse del todo debido a tu agitado agujero a su alrededor, tu polla arrastrando manchas contra la tela de su camisa mientras rebotas a un ritmo constante.

Stephen tiene que maniobrar un poco para darte en la próstata, pero cuando lo consigue, parece adaptarse a ella como pez en el agua, sacudiendo las caderas dentro de ti y golpeando ese manojo de nervios cada vez que toca fondo dentro de ti.

Stephen se agacha para empezar a morderte y chuparte el cuello mientras tú le agarras los hombros y los brazos, apretando la grasa y los músculos bajo tus dedos.

Sus gemidos se convierten en gruñidos y gemidos más ásperos a medida que se acerca al límite, los ojos de Stephen se cierran de par en par mientras aprieta la mandíbula, siente un cosquilleo en el abdomen y las pelotas se le hinchan cuando esa sensación familiar recorre su torrente sanguíneo.

Stephen se apoya en el retrete y levanta las caderas una última vez, la cabeza cae sobre el depósito de agua con un golpe seco y su cuello suave y rastrojo casi se te ofrece, un gemido prolongado sale de sus dientes apretados mientras se derrama dentro de ti.

Con su garganta tan expuesta, es imposible no inclinarse y hundir los dientes en ella, chupando otro chupetón mientras te aprietas a su alrededor y bajas una mano para acariciarte hasta el final. Eres lo bastante amable como para no derramar todo sobre su camisa, sino que lo recoges en la palma de la mano mientras te corres, con la palma pintada de blanco.

Stephen se estremece un rato, recupera el aliento y vuelve a ordenar sus pensamientos antes de poder mirarte, con el pecho subiendo y bajando mientras jadea. Tú sonríes y lo besas, esta vez suavemente, antes de levantarte y limpiarte lo mejor que puedas.

Le tiemblan las rodillas al levantarse, pero te sigue obedientemente cuando le agarras de la mano, tirando de él hacia la multitud y hacia tus amigos, que al parecer se han reunido con el grupo de amigos de Stephen.

Debe parecer tan jodido como se siente, ya que todos sus amigos empiezan a gritar y a chillar, con un brillo de complicidad en los ojos de Wallace, que sabe exactamente lo que estaban haciendo. Stephen se sonroja aún más, pero no dice nada al respecto, todavía se siente inseguro.

Acabas diciéndole que te gusta bastante y que quieres tener una cita con él en algún momento. Y Stephen, igual de enamorado, no tarda en aceptar. Intercambian números de teléfono y otros datos de contacto, y cuando la noche llega a su fin te aseguras de besarle con todas tus fuerzas, haciendo caso omiso de los silbidos y vítores de tus amigos.