Volumen n°1
Male Reader x Male characters
"Cada uno se destruye a su manera"
╰┈➤ ... ¡!
(Ninguno de los one-shots son propiedad mia, sino de los autores de la comunidad angloparlante de tumblr y voy a poner creditos en el principio de cada one-shot...
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Voy a empezar diciendo que no creo que Miguel sea un mocoso. Creo que es tan nuevo en la sumisión y no está acostumbrado a sentirse tan fuera de control que sus emociones conflictivas se presentan como mocoso o desobediente. Realmente quiere ser bueno para ti, pero a veces es difícil :((( está intentando superarlo y, con lo mucho que confía en ti, no es nada difícil.
No sería difícil darse cuenta de lo bien que responde a los elogios. Con la forma en que vacila en lo que sea que esté haciendo y mira hacia ti por más. Incluso cuando le estás follando con los muslos abiertos y la cabeza echada hacia atrás sobre las almohadas que le sostienen la cabeza, cuando te colocas sobre él para susurrarle las cosas más sucias al oído...
Con sólo unas palabras de elogio, se aprieta contra ti y se corre sobre su estómago.
Y su mente no puede descifrar cuando el placer nebuloso que nubla su cerebro se dispersa y roza el dolor, aunque puede sentir cada centímetro y cada vena de ti llenándole. Está gimiendo muy fuerte, su hipersensibilidad hace que las lágrimas se acumulen en su línea de flotación y amenacen con caer.
Sus manos encuentran tu espalda, clavándote las garras mientras cúmulos de lágrimas caen por sus mejillas. "¡Joder, joder, joder!", maldice. Gime y hunde la cara en tu hombro mientras le empujas a otro orgasmo. Emite un sonido ininteligible cuando tus dientes se hunden ligeramente en la piel de su cuello, gime y expulsa otro chorro de semen. "¡Nnngh, demasiado sensible!", gime, con la boca abierta mientras su cálido aliento resopla contra tu hombro.
"Tienes otra para mí, joder", maldices, apretando las caderas contra las suyas. Miguel estaba extremadamente apretado y no ayudaba que tus propias cargas facilitaran el deslizamiento. Los sonidos eran tan jodidamente pecaminosos, el húmedo golpeteo de tus caderas contra las suyas sólo te incitaba aún más.
Aún no habías terminado con él por esta noche, aunque Miguel no se oponía a ninguno de tus planes.
