EPISODIO 22

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Era una tarde como todas, los estudiantes se iban a almorzar en el comedor, algunos en grupo y otros lo hacían solos. Varios preferían comer en los salones o buscar algún rincón de la escuela donde nadie los molestara; Ryu era unos de esos chicos. La hora del almuerzo era su momento favorito porque podía escaparse del salón lleno de gente y alumnos gritando todo el tiempo a un lugar tranquilo en donde su siesta matutina era lo único que le importaba. Había encontrado el lugar perfecto en el almacén detrás del gimnasio; el mismo lugar en dónde se topó con Noah por primera vez. 

Noah daba vueltas por la escuela tratando de encontrar a Ryu; cuando regresó del baño este se había desvanecido de su asiento y no parecía haber pistas de él. Desde que comenzaron a entrenar, Noah le seguía insistiendo que almorzaran juntos, pero este se negaba diciendo que no le gustaba ir al comedor, así que esta vez pensó en que podrían ir a almorzar a otra parte en donde él se sintiera más cómodo; incluso había traído su propio almuerzo. De repente, se acordó del almacén en donde se conocieron por primera vez y pensó que tal vez lo encontraría ahí.

Al llegar al lugar, Noah se topó con la imagen de Ryu recostado en una colchoneta rota, habían cajas a su alrededor y la luz amarilla que entraba por la ventana dejaba ver las partículas de polvo que flotaban en el aire. Noah se acercó sigilosamente y vio a Ryu dormir como un niño pequeño, tenía abrazado un cuaderno sobre el pecho y respiraba suavemente. El joven curioso se arrodilló lentamente y observó el rostro de su compañero viajar entre sueños. Se había convertido en una costumbre toparse con esta imagen, ya que Noah era su compañero de asiento y gran parte de las clases Ryu se la pasaba durmiendo. Sin embargo, algo que siempre le sorprendía a Noah cada vez que lo observaba dormir era lo imperturbable de su expresión; incluso si el mundo se terminara hoy, Ryu sería el único que no se daría cuenta.

Unos segundos bastaron para que Ryu percatara la presencia de alguien observándolo. Al despertar, se topó con los ojos grandes y verdes de Noah que lo miraban fijamente, Ryu se exaltó del susto y se sentó de golpe..

- ¡C-casi me matas del susto! – exclamó.

- Pensé que iríamos al comedor juntos. ¿Por qué comes aquí solo?

Ryu lanzó un fuerte suspiro y se volvió a costar en el piso dándole la espalda a Noah.

- Hay mucho ruido en el comedor. Aquí puedo descansar tranquilamente.

- Vaya lobo solitario el que eres... – dijo Noah.

Sin pensarlo demasiado, Noah se recostó al lado suyo; la colchoneta era tan angosta que su hombro no podía evitar apretarse junto a la espalda de Ryu. Este último sintió un extraño calor que recorría toda su columna, así que se volteo rápidamente.

- ¡¿Pero qué haces?! ¡Acuéstate en otra parte! – exclamó el joven confundido.

- Para empezar ¿sabes quién trajo esta colchoneta a este lugar y la limpió un poco para que se pueda usar? Este solía ser mi lugar secreto para pasar el rato. El invasor aquí eres tú.

El Arte de la GentilezaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora