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Para Felix era muy fácil conseguir lo que deseaba. Su madre apesar de ser ausente siempre estuvo en el momento correcto para cumplir con todos sus caprichos.
Pero justo ahora no entendía nada de lo que sucedía.
Rodeo los ojos cuando Yuna se acercó a el, caminando a su lado en silencio, aunque sabía que ese silencio no iba a durar nada.
— Entonces... ¿Ya le haz dicho a tu madre? —
— No. Aún tengo que encontrar las suficientes pruebas para inculpar a Hyunjin. — Se excuso.
— ¿Hyunjin? ¿Desde cuándo llamas al rarito por su nombre? — Ella abrió su boca, deteniéndose de repente y sosteniendo los hombros de Felix. — No me digas que eres su amigo...
Felix abrió su boca con impresión, observando a todos lados sin saber que decir o hacer, y entonces lo negó.
— ¡Jamás! ¿Cómo mierda crees que alguien como yo podría estar junto a el? — Especto. — No pienses ese tipo de actitudes en mi, Yuna.
La pelinegra sonrió con complicidad, tomando la mano de Felix para seguir caminando hasta entrar en el aula de clase.
Comunmente, Hyunjin no era de faltar a la institución, pero justo ese día no lo veía en el aula. Tal vez estaba en el jardín fumando, pero era extraño que el se soltara las clases.
Con un suspiro entrecortado, se sentó en su asiento correspondiente, abriendo su libro cuando el maestro llegó.
Todo paso de manera rápida y normal, unos dos horas después ya estaba caminando por los pasillos de la institución en busca del mas alto. No tardó nada en encontrarlo, ya que el de verdad estaba sentado en la parte trasera de la institución, en el jardín donde siempre lo encontraba. Fumaba tranquilamente sin miedo a ser visto, Felix sonrio levemente acercandose a el y sentandose a su lado.
— ¿Por qué no entraste a clases? — Pregunto, mientras abría su empaque de frituras.
Hyunjin exhaló el humo del cigarrillo, arqueando una leve sonrisa. — No quise hacerlo.
— ¿Por qué? — Pregunto con curiosidad, observando el rostro del más alto.
Hyunjin hizo un pequeño sonido, mientras botaba la colilla de cigarro en el pasto y se apoyaba de mejor manera sobre sus codos.
— Yo te quiero hacer una pregunta, Felix. Y espero que puedas ser honesto conmigo.
Felix lo observó con confusion, asíntiendo ante esto, esperando la pregunta del pelinegro.
— ¿Por qué decidiste ser mi "amigo"? — Pregunto en un susurro rasgado ante su laringe lastimada por el excesivo humo inhalado.
Felix lo observó unos segundos en silencio, mientras pasaba su lengua por su labio inferior con algo de desconcierto ante la pregunta.
