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Siento la cabeza embotada, pero puedo escuchar con claridad todo lo que pasa a mi alrededor. Suspiros de alivio, respiraciones fuertes de todo el mundo que se ha librado. Escucho un grito de alguien, creo que es mi madre, pero no sabría decirlo, he dejado de mirarlos.

Algunas manos se alzan en mi dirección intentando consolarme, me llegan algunas caricias. No es que fuera muy querida en el colegio, tenía algunos amigos, pero no era especialmente popular, aunque todo el mundo se compadece de la convaleciente.

Con paso firme, las chicas de mi lado se van apartando para crear un camino para mí, una senda que me conduce directamente al pasillo central, frente al escenario. Clavo la mirada en mis botas para conseguir que empiecen a moverse.

Estoy en shock, ni siquiera sé como caminar, se me ha olvidado y si intento pensar en como mover la pierna probablemente me caería, pero mi memoria muscular es la que me mantiene en pie y sin saber muy bien como, acabo en la parte superior del escenario.

Tyson se acerca a mí para ofrecerme una mano y ayudarme a subir los últimos escalones, posteriormente me pone una mano en la espalda para conducirme a mi sitio intentando fingir que no le da asco tocarme.

— ¡Perfecto! — Exclama algo cantarín al dejarme en mi puesto.

Escucho algo de barullo a mi izquierda, la zona donde se había puesto mi familia. Probablemente, estén llorando, mi padre sostendrá a mi madre para que no pierda el equilibrio, que no se caiga en su estado. Incluso creo ver a algún agente de la paz que se acerca a la zona, pero por algún motivo soy incapaz de mover la cabeza, se me ha quedado fija, con los ojos apuntando al suelo, a los tablones de madera frente a mí.

— ¿Hay alguna voluntaria del Distrito 7?

La pregunta es estúpida, nadie, jamás, se presentaría voluntario a los juegos del hambre. Al menos nadie fuera del 1, el 2 o el 4, donde los crían desde pequeños para que sean máquinas de matar, ni siquiera en esos distritos se presentan siempre voluntarios.

Se escucha algo más de barullo en la plaza, pero por supuesto, nadie se presenta voluntario, así que Tyson se dirige entonces a la urna de los chicos para sacar el papel. No sé si estoy en un estado de semiinconsciencia, pero aquello se me hace mucho más rápido que con las chicas.

— Luka Sallow.

Nombre desconocido. Bien, ni siquiera me suena de lejos, no tengo la más remota idea de quién es el chico y eso me anima ínfimamente. Mi hermano está a salvo... mi hermano cumplirá los 19 antes de la siguiente cosecha, su nombre ya no entrará más veces en la urna.

La conversación que hemos tenido esta mañana en el porche vuelve a mi mente haciendo que reaccione, obligando a mi cabeza a moverse, a buscarlo con la mirada entre la marea de chicos aliviados que hay. Creo que al que han llamado sale del grupo de 17 años, pero no puedo asegurarlo, no lo estoy mirando a él.

Evan me devuelve la mirada desde su grupo, es grande, sin embargo, no parece más que un niño viéndolo desde aquí. Ha empezado a salirle barba, pero se afeita a menudo, sobre todo para algo tan importante como la cosecha. Tiene los hombros echados hacia delante, los ojos llorosos, le tiembla la barbilla, estoy convencida de que se derrumbará en cualquier momento.

Luka finalmente acaba de subir al escenario y se pone a mi lado, por lo que Tyson vuelve a recuperar el micrófono.

— ¿Hay algún voluntario del Distrito 7?

Entonces lo veo, como mi hermano aparta la mirada hacia Tyson un segundo, como sus hombros se ponen rectos y deja una mano en el chico que hay a su lado para apartarlo. Como toda la historia de aquella mañana en su cabeza, empieza cobrar sentido y su estúpido sentido de la responsabilidad le hace dar un paso al frente.

Los Juegos de Johanna - The 71stDonde viven las historias. Descúbrelo ahora