- 20 -

23 2 0
                                    


No voy a ver su cara en el cielo. Me niego a que caiga la noche, tener que escuchar el himno tedioso de Panem mientras proyectan su cara en el cielo y Claudius Templesmith narra como Macy ha envenenado la comida para matarla. Mis Juegos acaban hoy, o bien con la corona de laurel sobre mi cabeza, o con un cañonazo y mi rostro junto al suyo por la noche.

La hachuela cuelga de mi cinturón, pero mis manos no van desnudas. He cogido el arma de Tyrin, medio pico, medio hacha, bastante más ligera de lo que me esperaba, bastante maniobrable y pienso usarla para matar a Macy. Me da igual si es la mejor estrategia o la peor, o si su primo da veinte entrevistas para contar con pelos y señales como me acostaba con Tyrin. De haberla matado antes, no tendría que haber visto morir a Tyrin. Aunque sea tarde para enmendar mi error, pienso matarla por ella.

Lo que antes era el campo de cereal que representaba al distrito 9, ahora ya no es más que césped quemado. El incendio acabó hace ya un buen rato y con él, también acabó mi excusa de quedarme junto a Tyrin esperando a que las llamas se tranquilizaran.

Me alegra no tener que cruzar de nuevo por las flores venenosas que se enredan a mis pies y aunque hace unos días hubiera estado aterrada de atravesar una extensión tan grande de terreno sin ningún tipo de cobertura, lo cierto es que ahora no siento que la necesite, yo soy la única protección que necesito.

Quedan únicamente 4 tributos con vida, sin contarme a mí, y si la asunción de Tyrin es cierta, esos cuatro son: Macy, Luka, Rhea y Onyx. Pero no me preocupa ninguno de ellos, no porque piense que no me matarán, sino porque mi objetivo no es sobrevivir, es matarla a ella.

Dejo atrás el cereal quemado antes de darme cuenta y no tengo que pararme a pensar hacia cuál distrito ha podido huir la escurridiza niña Odair. Un charlajo pasa volando por encima de mí, prácticamente peinándome con sus patas y replicando el grito de Macy en busca de ayuda. Está en mis bosques.

Le doy una vuelta al hacha en mi mano y empiezo a correr siguiendo la dirección en la que he visto volar al pajarraco.

El crujido característico de un árbol a punto de caer, hace que de un salto hacia delante para esquivarlo. El final de una de las ramas se engancha a la parte trasera de mi chaqueta rasgándomela, pero sin llegar a hacerme daño alguno a mí. Ya han empezado los "accidentes" del distrito 7 y como no podía ser de otra manera, por supuesto hay árboles que caen encima de los leñadores y de forma completamente descontrolada, al no haber nadie que los haya limpiado antes.

Me revuelvo nerviosa, no quiero estar aquí, sé mejor que nadie lo peligrosos que son los árboles y puede que yo esté acostumbrada y pueda reaccionar a tiempo, pero si Macy está aquí dentro, es imposible que salga con vida. De hecho, lo más probable es que ni siquiera se haya metido en el bosque, sabe lo de los "accidentes", ella es la que me lo ha dicho ¿Por qué iba a meterse aquí? Es una trampa. Ha metido a su pájaro para atraer a los tributos a una trampa mortal.

Estoy a punto de darme la vuelta y volver al campo de cereales carbonizados cuando escucho de nuevo el grito de Macy, esta vez más lejos y más adentrado en el bosque, lejos de la dirección en la que ha salido volando el charlajo. Está aquí, realmente está aquí.

Sé racionalmente que en cualquier momento sonará el cañón anunciando su muerte, pero de todas formas cojo el hacha con fuerza y empiezo a correr saltando por encima de los árboles caídos. La asesina de Tyrin no puede morir por un accidente planeado por el capitolio para recordarnos lo débiles que somos en comparación con ellos. Macy morirá a mis manos y teniendo en cuenta que los espectadores siempre prefieren que los tributos se maten entre ellos, antes de que mueran por causas naturales, se asegurarán de que ningún árbol nos mate, al menos hasta que nos encontremos.

Los Juegos de Johanna - The 71stDonde viven las historias. Descúbrelo ahora