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— ¡Los libros! — Exclama Tyson mientras extiendo los brazos para cogerlos al vuelo, el hombre resopla. — No puedes dejar que se caigan los libros Johanna.

— Si no quieres que se caigan, no me los pongas sobre la cabeza. — Digo incapaz de mantener una pose de niña buena y obediente durante más tiempo.

— ¡Tienes que corregir la postura! — Grita como si mi postura ligeramente encorvada fuera un problema nacional. — Mira. — El hombre se pone los libros en la cabeza y se pone de puntillas para simular los tacones que llevo en los pies mientras camina arriba y abajo por la habitación, como si lo llevara haciendo toda la vida. — ¡No es tan difícil! — Dice acercándose para volver a ponerme los libros sobre la cabeza.

Respiro profundamente e intento con todas mis fuerzas reprimir mis pensamientos intrusivos que acaban con el tacón de mi zapato clavado con fuerza en su pie. Consigo dar unos pasos seguidos sin que se caigan los libros, pero al dar la vuelta, empiezan a resbalarse sobre mi cabeza y por intentar reequilibrarlos y a causa de mi poca práctica, acabo torciéndome el tobillo y cayendo de culo al suelo.

— ¡Joder! — Exclamo tremendamente frustrada.

Me quito los zapatos para poder masajearme el tobillo, como me haya lesionado a un día de entrar en la arena, no sé cómo lo haré, pero me encargaré de que Tyson acabe muerto. Si se había creado una leve simpatía entre el hombre y yo, acaba de encargarse de destrozarla por completo.

— Hablaré con Ramsey para que te ponga zapato plano esta noche. — Dice Tyson exasperado conmigo.

— Gracias. — Prácticamente le escupo.

Tyson sale insatisfecho con los resultados de su trabajo conmigo y yo consigo respirar tranquila, dando gracias a que las tres horas de tortura hayan llegado finalmente a su fin.

Durante la pausa que hacemos para comer, Blight y Luka no dejan de hablar de la arena, de cómo piensan que podrá ser. El chico también habla de las intuiciones que tienen sus amigos, los profesionales. Discuten sobre diferentes estrategias a seguir una vez se rompa la alianza, como si no estuviera delante.

Al parecer, no han tenido suficiente tiempo por la mañana como para discutirlo todo y, como ni en un millón de años me verían como una amenaza, no se preocupan en seguir su conversación, mientras estamos todos en la mesa. Dudo que esperen siquiera que sobreviva al primer día. Espero no tener que darles la razón.

El rato que paso con Shevon por la tarde es algo mejor, al menos ella me cae bien, pero no es todo lo agradable que me gustaría. Mi mentora se pasa el rato imitando a Caesar Flickerman, el hombre encargado de añadir el toque de show a los juegos. Es uno de los comentaristas durante el transcurso de los juegos, además del presentador en las entrevistas de los tributos.

Shevon me hace preguntas que podría hacerme el hombre y me repite una y otra vez, que tengo que contestarlas con "simpatía".

La mujer me ha dado algunos consejos para caer bien a la gente del capitolio, como por ejemplo, que si no sé qué hacer, lo mejor es siempre alagar algo superficial de la otra persona. Sin embargo, tampoco puedo pasarme de superficial, de hacerlo podría convertirme en un producto, tal vez algo querido por el Capitolio, pero al mismo tiempo, levantaría sospechas entre los tributos.

Una chica que perdió los nervios durante la cosecha y que después sacó un tres en las evaluaciones individuales, no puede de repente arrasar en la entrevista. Debo intentar contagiarme mínimamente de la superficialidad del Capitolio, para que al menos se fijen en mí, sin perder la emocionalidad y el trasfondo de mi Distrito. Todo eso, me vuelve a convertir en la niña desvalida del Distrito 7 para el resto de tributos.

Los Juegos de Johanna - The 71stDonde viven las historias. Descúbrelo ahora