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La séptima planta del centro de entrenamiento es bastante grande, pero encoge rápidamente cuando veo la cantidad de gente con la que estaré compartiendo espacio. Luka, como mi compañero de Distrito, Blight, por ser nuestro mentor, Tyson, por alguna razón que desconozco por completo, pero al parecer su misión es seguirnos a todos lados como un perrito y por último Ramsey y Norma, la estilista de Luka. Habría sido demasiado pedir tener un espacio libre de gente del Capitolio.

A la hora del desayuno, veo al chico Avox que conocí en el tren preparando la comida. Tal vez es la persona en la que más confío de aquí. Puede que tenga que ver con el hecho de que sé que puedo contarle lo que sea, porque no puede hablar con nadie. De todas formas, tampoco me atrevo a abrir la boca aquí dentro, siento como miles de cámaras diminutas escondidas graban cada paso que doy.

Nunca se han filtrado imágenes de lo que hacen los tributos antes de la arena, a aparte de en los eventos públicos, como el desfile o las entrevistas, pero tampoco me fiaría de que no pudieran vernos y escucharnos en todo momento.

Me siento en la mesa enorme situada en el centro del comedor. Estoy cansada, esta noche a penas he podido dormir, he dado demasiadas vueltas en el colchón, pensando en mi estrategia, en los tributos. He visto de mil maneras diferentes como me descubren y me convierto en el primer objetivo de los profesionales. Pensé que la ducha conseguiría despejarme, pero teniendo en cuenta que es muy similar a la del tren, suerte he tenido de conseguir que acabara saliendo agua templada, después me han caído encima más de cinco jabones diferentes, por lo que he salido de ahí estresada y con picazón en la nariz. Debo de ser alérgica a alguno de los productos que me han caído encima.

— Buenos días. — Dice Norma, es la única que está en la mesa cuando llego.

— Buenos días. — Contesto intentando esbozar una sonrisa. No he hablado mucho con Norma, pero parece algo más tranquila y callada que Ramsey lo que ya es un gran paso.

Blight sale de su habitación acabando de peinarse con los dedos. Abre la boca para saludarnos, pero lo corta una voz chillona desde la otra punta de la habitación.

— ¡¡Muy buenos días!! — Grita Tyson desde la puerta del ascensor. — ¿A que no sabéis lo que acaba de pasar? — Pregunta acercándose a la mesa con los ojos abiertos como platos. — He bajado con Ramsey a la planta donde están los equipos de preparación, porque claro, teníamos que ponernos de acuerdo con lo que llevarían a la fiesta de Yannis...

Cierro los ojos un segundo para respirar profundamente y concentro mis esfuerzos en bloquear la vocecilla chillona que sale de nuestro guía semi-lagarto. La comida del desayuno está deliciosa, mucho más de lo que podíamos permitirnos en casa, así que me intento centrarme en eso. El cerebro me juega una mala pasada imaginando a mi hermano aquí, conmigo, comiendo la misma comida que yo.

Si no le hubiera gritado estaría conmigo, seríamos los hermanos Mason contra el mundo, haríamos estrategias juntos, nos reiríamos de Tyson. Probablemente, Evan me tiraría algo del desayuno encima, para obligarme a pasar por la tortura de la ducha de nuevo... Al menos lo tendría a él.

Cojo con fuerza el tenedor para recordarme que no estoy de vacaciones, que si Evan estuviera aquí, significaría que tendría que morir para que él volviera a casa o viceversa. Que si quiero volver a gritarle desde lo alto de los árboles, tengo que seguir jugando, mientras él está a salvo en el 7.

— ¡¡Luka!!

El grito de Tyson me retumba en los oídos, levanto la mirada para buscar a mi compañero de distrito, pensando que a lo mejor a caído muerto al suelo, o ha tenido que pasar algo horrible para provocar ese grito. Sin embargo, lo único que ha hecho el chico, ha sido apoyarse en la mesa para poder sentarse y darle sin querer a un vaso de leche al hacerlo, provocando que se derrame por la mesa.

Los Juegos de Johanna - The 71stDonde viven las historias. Descúbrelo ahora