Fantasmas

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A alexandria cada dos horas llega un grupo pequeño de caminantes.

Tuvimos que turnarnos para acabar con los caminantes La que pensamos que era el último grupo era grande.

Pero no tan grande como la última.

Aaron: siguen viniendo desde la frontera. Constante, oleada tras oleada.

Carol: es ella.

Rebeca: sabe que hace, cierre total—aaron asiente y nos separamos.

Miramos por los vinoculares y la horda se acerca cada vez más y más.

(...)

Estuvimos varios días sin salir de alexandria y matando a los caminantes.

Había llegado otra horda aún más grande que la anterior a alexandria.

No paraban de llegar y nos tenían rodeados.

Michonne: ¿cuanto para que llegue la próxima oleada?.

Eugene: una hora por el norte, dos por el sur. Los del norte son como una nube de insectos, pero los del sur están más dispersos—miro al frente—según mis cálculos habrá que pelear toda la noche.

Daryl: no pudimos alejarlos a todos.

Michonne: ya me di cuenta. Perdón, estoy cansada.

Daryl: como todos—le toca el hombro y se va—hey—lo miramos—atentas—se acerca una susurradora.

Susurradora: frontera norte, ahora.

Rebeca: llévate a tus caminantes.

Susurradora: no son nuestros.

Daryl: si, claro.

Susurradora: no, lo son. Vayan a la frontera, dejen las armas y esperen.

Daryl: ¿esperar que?.

Susurradora: a ella—se da vuelta—y lleva a alexandra contigo, la quiere ver—se aleja por completo y nos miramos.

Reunimos a todos en la sala de juntas, murmuraban y demas.

Hable con alexandra y estuvo de acuerdo en ir. Tiene miedo pero quiere hacerlo.

Michonne: silencio—lo hacen—¿es tu madre?.

Lydia: no. No creo que sea ella.

Daryl: ¿por qué quiere hablar con nosotros?.

Lydia: invadieron su territorio, tienen que responder por eso.

Aaron: no tenemos que hacer nada. No vayamos y ya.

Lydia: es una mala idea.

Dante: ya nos están cazando.

Alexandrianos: ¡si!.

Lydia: no es ella. Si quisiera matarlos enviaría a la horda, toda junta no una oleada a la vez.

Carol: o tal vez quiera agotarnos primero.

Eugene: o como les mencione al comienzo de esta reunión—se pone de pie—hay motivos para creer que el satelite...

Margo: deja de hablar de tu maldito satélite, eugene—el se sienta—mis amigos murieron para salvar a los suyos y acabaron con las cabezas en lanzas—se pone de pie—¡y ahora queremos justicia!.

Alexandrianos: ¡si!.

Margo: lo único que quiero pedir, es que van a llevar una docena de nuestros hombres a esa frontera para que podamos cortale la cabeza a esa desgraciada.

Eres tu, Daryl Dixon.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora