11. Fractura

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El olor a hospital llega a mis fosas nasales reconociéndolo rápidamente, y una voz familiar a mi alrededor, causa que mis ojos se abran paulatinamente

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El olor a hospital llega a mis fosas nasales reconociéndolo rápidamente, y una voz familiar a mi alrededor, causa que mis ojos se abran paulatinamente.

—Cariño, Zoey ya salió de cirugía.

—No ha despertado aún...

—¿Mamá?

Aprieto mi ceño mientras mis ojos se acostumbran a la luz de la mañana.

—Mi vida... —Mi madre se acerca—, despertaste.

Noto las lágrimas en sus ojos junto al sonido de su nariz.

—Mamá no llores, Estoy bien —digo quitando la manta, pero me sorprendo al ver mi pie derecho enyesado.

Ahh... Ahora recuerdo todo.

—¿Esos Idiotas me ocasionaron esto?

Resoplo con enojo al notar la clara respuesta, la tenía frente a mis ojos; el yeso recorría hasta mi tibia, un leve dolor surge en mis heridas al notar que la anestesia se han desvanecido.

—¿Qué?, creí que las escaleras lo ocasionaron.

Hago una mueca confundida al escuchar a mi madre y niego.

—Mamá... ¿Quién te dijo eso?

—Tu amiga Caren, no sabía que había vuelto.

Caperucita mentirosa...

—No fueron las escaleras —recalco.

Rápidamente las manos de mi madre toman mis mejillas e inquiere:

—¿Esa niña malcriada te molestó de nuevo?

Alzo las cejas al entender la preocupación en su rostro y niego rápidamente.

—Ellas no fueron, te lo aseguro.

—Entonces... —aprieta su ceño—. ¿Quién fue?

Mi hermanito...

Mi rostro se vuelve serio y suelto con atrevimiento:

—Hablo de tu querido Hijo.

—¡Adam! —grita con sorpresa.

No obstante, mi rostro sigue totalmente escéptico al oír aquel nombre.

—Zoey... ¿Por qué no me lo dijiste?

¡Rayos, es cierto!

Cierro los ojos haciendo una mueca, percibo su notable enojo y sus brazos se cruzan queriendo una explicación.

Con la elevada ansiedad y la cantidad de hormonas que sentía, no tuve tiempo de contarle a mi madre; mi mente estaba obsesionada con la inesperada llegada del Chico de ojos azules y el tonto de mi hermano.

—Bueno... porque durante esos días, fue muy difícil haberlos llamado —aclaro soltando un suspiro—. Tenía un montón de tareas y la llegada de mi hermano fue como una telenovela.

Prometo no olvidarteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora