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Su muerte guardó silencio mientras Lázaro Sombra lloraba largo y tendido en su silla. La sonrisa burlona que había exhibido con anterioridad desapareció de sus labios limitándose a contemplarlo con una pétrea expresión.

Su muerte permaneció inmóvil aguardando por el fin de los sollozos. Exhausta después de más de lo que podía soportar, rompió el mutismo quebrado solo por los sonoros sorbidos de Lázaro Sombra.

—Ten presente que todo esto ha sido obra tuya—dijo secamente.

Lázaro Sombra no tenía la fuerza necesaria para replicar ante la crónica de su muerte. Se limpió con el dorso de la mano la nariz llena de mocos mientras el camino que las lagrimas habían dejado mejillas abajo arrastraban la suciedad que su piel había guardado durante los días que había permanecido encerrado.

—Aun así, harías bien mostrarte alegre y agradecido—dijo su muerte con un distraído ademán de mano—-. Todo tu sufrimiento, todas esas penurias para las que no había solución alguna, quedarán atrás por fin. ¿No es justo esto lo que querías, lo que anhelabas con tanto ahínco? ¿No es esta apoteósica cumbre lo que llevabas deseando con tanta intensidad desde hacia tanto tiempo? La banalidad de tu vida no te traía ningún placer y tu, maravilloso espécimen de hedonista empedernido, no veías más el caso de continuar en una desierta existencia carente de significado.

—No es algo que piense mas—irrumpió Lázaro Sombra dejando a un lado los sollozos.

Los ojos de su muerte despertaron por un instante cargados con un brillo peculiar.

—¿No?—preguntó curiosa—. ¿Es entonces ante las puertas del fatídico final en donde finalmente nuestro héroe hace acto de su grandiosa redención? ¿Es aquí donde el arco llega a su final y nuestro protagonista evoluciona hasta limites antes insospechados, completando así el trillado viaje del héroe?. Es una lástima que esta no sea esa clase de historia. Aunque siendo honesta, me intriga conocer este cambio, a pesar de todo. ¿A que se debe esta súbita modificación, oh mi afanado creador de vanas ilusiones?

Lázaro Sombra recreó una solitaria imagen que ocupó cada hebra de pensamiento dentro de su mente. Un etéreo rostro bañado en la infinita luz de la creación le sonreía rodeada por un campo repleto de girasoles mientras un sol radiante caía sobre ella bañando con regocijo cada centímetro de su piel. En medio de la visión, una tierna mano se extendió en su dirección mientras una risa, cual angelical coro, lo invitaba a acudir a su encuentro.

—Por ella—dijo Lázaro Sombra derramando la que sería la última de sus lagrimas—. Cada momento de mi vida, cada eterno segundo que ha transcurrido y que me ha conducido hasta aquí ha sido por una razón. El mismo motivo que se repetirá eternamente en la rueda de mi existencia hasta el final de los tiempos: ella. Siempre ha sido ella y siempre lo será. Es mi destino, la fatal cruzada que sin remedio he de afrontar cada vez que vuelvo aquí y que solo Dios sabrá cuantas veces mas deberé de buscar a través del vacío para estar finalmente juntos.

—Ya veo—dijo su muerte sopesando sus palabras—. Es realmente cierto entonces. Toda esta apresurada huida, todo este teatro que le acompañó y la trapisonda que has armado han sido únicamente a causa de su existencia.

"Es en su nombre que has verdaderamente amado, has herido, has deseado y has escapado. No estaba segura, al menos no del todo. Desde el privilegio de la cárcel de mi sitio como observadora de las sombras algo me indicaba que podías realmente haber cambiado en el momento en que la conociste. Un ligero y molesto escozor en mi ser me advertía que podía haberte perdido en su poder, que la real dueña de tu alma se había presentado ante en ti en improbabilísima conjunción.

"A al ver como huiste de ella, al ver como te alejaste de todo cuando el rechazo se consumó, fue suficiente para convencerme de que todo había sido un ardid muy bien orquestado capaz incluso de hacerme caer a mi.

El  final de Lázaro SombraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora