Nami pasó alegremente al recibidor del chico y este cerró la puerta detrás de ella.
- ¿Has comido?- Nami negó con la cabeza- Si quieres, te preparo fideos a ti también-
- ¿Enserio lo harías?- el moreno asintió, a la pelinaranja le brillaban los ojos- ¡Me encantaría! Tengo mucha hambre y además quiero probar tu comida. A parte de que no sabía que cocinabas-
- Si, cocino yo todos los días para mi y para mi hermana, por lo que estoy acostumbrado- ambos avanzaron hacía la cocina. Era una habitación pequeña, en la que había un fogón, una nevera y un armario en la pared, también había una silla.
- ¿Y tu hermana?¿No come?- preguntó la pelinaranja.
- Como no he ido a clase, le he hecho la comida antes. Tenía sueño a si que comió y se fue a dormir- El moreno se dirigió al armario y empezó a sacar diversos ingredientes, salsas y utensilios.- Sientate, tardaré un poco- la chica obedeció y se sentó en la silla.
Casi no hablaron mientras Zoro cocinaba, el chico estaba concentrado cocinando y la chica ensimismada viendo como lo hacía. En un momento dado, el peliverde puso la pasta al fuego y antes de hacer nada más se apoyó en la pared para no caerse, estaba exhausto y eso que tan solo había estado diez minutos cocinando. Nami se levantó rapidamente y le puso la mano en el hombro al peliverde.
- ¡Zoro! ¿Estás bien?- El otro parecía cansado y adolorido. La pelinaranja no sabía a que se debía, hasta que recordó el informe que les había leído Nojiko a ella y a Robin la noche anterior- ¿Es por tus costillas?- El moreno levantó la cabeza, y Nami se dio cuenta de que el no le había dicho nada de sus costillas, por lo que improvisó algo- Se te nota un bulto de vendajes en la camiseta, por lo que supongo que te habrás lesionado o algo-
- Eres muy observadora- dijo sonriendo como pudo.
- ¿Quieres que siga yo?-
- No te preocupes, ya solo falta que se cueza la pasta, la salsa ya está echa- Zoro dejó de apoyarse en la pared e intentó avanzar.
- Ten cuidado. Creo que deberías sentarte- antes de que el peliverde le respondiera, le volvieron a fallar las fuerzas y cayó hacía delante, encima de la pelinaranja. Está pudo retroceder y evitó que ambos cayeran al suelo, pero se choco con la pared de atrás y el moreno quedó delante suya, con cada brazo apoyado en un lado de su cabeza impidiendo que esta se moviera. Ambos se quedaron quietos sin saber que hacer, era una situación algo incomoda, aunque ninguno realmente estaba incomodo., era algo extraño.
- Creo que te voy a hacer caso y me voy a sentar- ambos se sonrieron. El moreno separó sus manos de la pared y se dirigió a la silla. La chica le ayudó a ir para que no se cayera. Apenas un par de minutos después de que se sentara volvió a levantarse.
- Zoro puedo terminar yo de hacer la comida si quieres-
- No te preocupes, ya estoy mejor- aunque la chica le dejó cocinar, se quedó de pie cerca suyo por si las moscas.
Cuando el peliverde terminó, sirvió la pasta en dos platos y se los dio a Nami.
- Vamos al comedor- dijo mientras cogía los cubiertos y las salsas. La chica asintió y salió de la habitación detrás del moreno. Ambos entraron a una habitación no muy lejos de la cocina en la que había una mesa con cuatro sillas alrededor, un pequeño sofá en el cabrían dos personas y un televisor enfrente de esta. Nami dejó los platos en la mesa y se sentó en una silla. Zoro dejó también lo que él llevaba y se sentó al lado de la pelinaranja. Ambos echaron salsa a sus platos y empezaron a comer.
-¡Esta buenisimo!- dijo la chica nada más empezar a comer.
- Hago lo que puedo- el moreno sonrió.
Ambos comieron relajados y muy entretenidos, hablaban de temas aleatorios (los que se les iban ocurriendo). Cuando terminaron Zoro llevó los platos a la cocina y ambos subieron a su habitación.
Nami ya la había visto, pero como la última vez había aparecido Kuina no se había fijado bien. Su cama era pequeña y estaba perfectamente hecha. Encima de ella había un par de pesas y un libro. También había una mesa en la que había un cuaderno abierto y unos bolígrafos. Por último, la pared, en la que había algunos posters de bandas como "Queen" o "Los Beatles". Nami fue a la cama y miró a Zoro.
- ¿Puedo sentarme?- El asintió y ella se sentó en la cama. Miraba a todos sitios con curiosidad y eso a Zoro le parecía adorable. Se acercó a ella y se sentó a su lado, ella apoyó su cabeza en el hombro del chico, gesto que ambos se tomaron con total naturalidad. Nami no sabía como le resultaba tan fácil interactuar con él y al mismo tiempo tan difícil.
- Oye Zoro- dijo la chica.
- ¿Si?-
- ¿Cómo te has hecho todas esas heridas?- ella ya sabía que se las había hecho haciendo Kendo, pero no se lo creía del todo a si que quería oírlo de su boca.
- Ya sabes, haciendo Kendo- justo la respuesta que esperaba.
- Zoro... Esas heridas son más graves de algo que te puedas hacer haciendo deporte. Sabes que puedes confiar en mí-
- Lo sé...- Por un momento el moreno dudo, gesto que no paso le desapercibido a la chica, pero enseguida siguió hablando- Pero es que es la verdad-
- Vale... Pero sabes que si te pasa algo puedes contarmelo, ¿no?-
- Por supuesto- dijo dandole un beso en la frente- eres la persona en la que más confío actualmente- ella se acurrucó más contra el chico que la acogió con sus brazos. Ambos se quedaron así un buen rato, por esos momentos solo existian ellos. Cuando ya llevaban unos minutos así, él se separó suavemente y se tumbó en la cama, llevandose las manos a la cara.
- ¿Pasa algo?- dijo la chica mirandole.
- Nada... Es solo que la vida es bastante difícil- Nami pensó en Hanckok.
- Ya lo se... La vida es bastante injusta a veces, pero hay que vivirla de la mejor manera posible- El chico sonrió y la miró. Su pelo, sus ojos, sus mejillas, sus labios... su sonrisa. Lo amaba todo de ella. Absolutamente todo.
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¿Estas bien? - {Zoro x Nami}
RomanceZoro y Nami eran amigos de la infancia, pero tuvieron que separarse debido a la repentina mudanza de Zoro. Nami nunca entendió esta mudanza, pero jamás preguntó. Años despues, cuando Nami era una estudiante universitaria, se reencontraron. Vivirán...