☆Prologo☆

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— ¡Oh! — exclamó una pelinegra al ser casi arrollada por una motocicleta, no, más bien se asemejaba a una bicicleta

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— ¡Oh! — exclamó una pelinegra al ser casi arrollada por una motocicleta, no, más bien se asemejaba a una bicicleta.

Momentos antes la fémina se encontraba de camino a su trabajo de medio tiempo, una tienda de refacciones cerca de su departamento, esperando a que aquel farol le indicara el momento a cruzar la calle, froto levemente sus manos, nerviosa al pensamiento de llegar tarde a su turno.

Al momento de que aquel farol le dio luz verde para cruzar la calle un grupo de aproximadamente cinco ciclistas cruzó a toda velocidad frente a su nariz haciendo que su cabellera se moviera levemente por el aire, sus ojos chocaron fugazmente con unos iris de tono pardo las cuales se notaban enfocadas en el recorrido que se encontraba haciendo, impactada por la velocidad del grupo y de ese veloz momento de peligro, volvió en si cruzando rápidamente la calle para evitar otro percance.

— Eso fue peligroso — afirmó para después soltar una suave risa — pero genial— confesó arreglado sus mechones pelinegros.

— Tenia una cara graciosa — ironizo recordando al líder de aquel equipo, o eso pensaba ella ya que era el que lideraba la carrera.

continuando su rutina emprendió paso hacia su trabajo donde posiblemente reciba una pequeña advertencia de su tardía.


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— Soojin ¿puedes cerrar la tienda por mí? June me llamó, al parecer necesita ayuda con algo— Pidió la encargada tomando sus pertenencias con rapidez.

— ¡Claro heri! No te preocupes — aceptaste brindándole una sonrisa confiada, reemplazándola rápidamente por un movimiento de cejas de manera picara.

— ¡Para ya! Solo quiere ayuda para reparar la cadena de su bicicleta — justifico nerviosamente ganando una risa tuya.

—Haré como que te creo — dijiste vendo como salía del local — ¡Suerte en tu cita! — gritaste despidiéndote con la mano.

— !Soojin! — se quejó con una mirada de reproche, soltaste una carcajada y finalmente comenzaste a ordenar el local.

comenzando con las llantas que estaban esparcidas por el piso, ordenándolas por tamaño y grosor, tomaste algunas herramientas que estaban sobre el mostrador las llevaste a su respectiva caja, rodeaste el mostrador y te arrodillaste para sacar aquel estuche donde iban las herramientas, pero el sonido de una campana te sacó de tu trabajo.

— !Bienvenido! En un momento te atiendo — informaste poniendo en su lugar la caja y levantándote para brindarle tu atención al cliente.

— ¿Buscas algo en particular? — cuestionaste contemplando disimuladamente su persona, alto, probablemente te saque una cabeza de estatura, piel bronceada y por lo que notas bien trabajada, llevaba curiosamente un curita sobre su arco de cupido y su cabello caía por debajo de sus orejas, suponías que venía de un entrenamiento al ver su ropa deportiva.

— Mmm... algo le pasa a mi bicicleta, pero...no sé qué exactamente — informó apenado de su ignorancia sobre temas de su bicicleta.

— ¡Oh, está bien! No tienes que avergonzarte — explicaste —¿Me dejas examinarla? — Preguntaste dándole una mirada suave, con una afirmación de su parte comenzaste con el manubrio cerciorándote de que los frenos hicieran su función, después pasaste a los pedales y posteriormente a las llantas.

— ¡Bingo! — dijiste cuando encontraste el problema — Los radios de tu llanta delantera se rompieron, solo necesito cambiarlos, o si gustas puedo poner una llanta nueva — Propusiste levantándote y recargándote en el sillín de la bicicleta.

— Ah... si, ¡sí, claro! — rio con nerviosismo y no pasó desapercibido por ti, soltaste una risa con él, acomodaste un mechón de tu cabello detrás de tu oreja buscando sus ojos.

— Lo lamento, lo que quiero decir es que estos — señalaste lo que se encontraba en el área de la rueda — se desprendieron de la llanta, puedo intentar arreglarlos o si gustas para más rapidez puedo cambiar la llanta completa — explicaste más fácilmente.

— con que era eso — comento después de entenderte — ¿si los arreglas se pueden volver a romper? — cuestionó a lo que tu asentiste — entonces mejor cambia la llanta, por favor —

Con lo último dicho te pusiste en marcha para cambiar la rueda dañada, a mitad de tu trabajo llamaste su atención preguntándole cual llanta prefiere para su bici, pasados veinte minutos terminaste tu trabajo.

— Esta listo emm... — preguntaste silenciosamente su nombre — dom kang — respondió, sonreíste a su persona elevando tu mano a su dirección.

— Ong Soo-jin, un gusto dom — te presentaste después de que tomara tu mano, lo llevaste a el mostrador para que pueda pagar.

— fue un gusto atenderte dom, estoy aquí casi toda la semana, por si tienes alguna duda — informaste sonriendo dulcemente, con el poco tiempo que interactuaron pudiste notar un poco de su personalidad, quedando encantada con su persona.

— Espero verte aquí de nuevo Cielo — dijiste con una sonrisa sabiendo que no conocía la última palabra dicha por ti.

Al oír nuevamente aquel tintineo desviaste la vista de aquel moreno para ver a tu nuevo cliente, -justo a tiempo- pensaste yendo hacia el cliente.

El moreno confundido por aquella última palabra tomo camino para abandonar el local buscando por última vez el índigo de tus ojos, encontrándolos al instante, bajo levemente su cabeza a modo de agradecimiento quedando hecho piedra al ver cómo te despedías de el con un guiño juguetón y una perfecta sonrisa coqueta, salió del local hecho un tomate.

Por tu parte una vez terminaste tu horario cerraste el local y posteriormente te agachaste tapándote la cara con tus manos, totalmente avergonzada de tu actitud con aquel moreno, suspiraste avergonzada y caminaste hacia tu departamento intentando olvidar tu actitud anterior.


Sin saber que ahora, aquellas dos almas estaban destinadas a estar juntas.

Sin saber que ahora, aquellas dos almas estaban destinadas a estar juntas

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In Love | Wind BreakerDonde viven las historias. Descúbrelo ahora