Capítulo 6: El cerezo que cayó

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Soy Himeko Yuu, tengo 20 años, pero para mi aún recuerdo el día que cumplí 7 en 2010.

Mi madre era dueña de un clínica, mi padre nunca lo llegué a conocer y me pasaba el día con mi abuelo.

Vivíamos en Kaya desde que tengo uso de razón, en esta ciudad de Furthermoore es una zona 100% japonesa, aquí verás gente vestida con kimonos y dojos de artes marciales.

Mi abuelo, Ken Yuu era un hombre de 54 años que era dueño de un dojo de la ciudad, la serpiente plateada, decía que había leído algo de una serpiente que curó un pueblo en la biblia.

Me pasaba los días con mi abuelo porque mi madre siempre tenía mucho trabajo, no la odiaba, estaba muy agradecida con ella porque nos sacó adelante a pesar de no tener una figura paterna a excepción de mi abuelo.

De su dojo me encantaba sobre todo practicar con los palos de madera que esta tenía mientras este me observaba al lado de un cerezo.

- ¿Sabías qué si quieres tener un manejo perfecto de la katana debes fijarte en cómo caen los cerezos?

Decía mi abuela, pero yo con 6 años no entendía, pensé que eran simples cosas de la edad.

En el la serpiente plateada, se realizaban torneos cada año de duelos con palos de madera. Yo no podía participar porque era muy pequeña, pero mi abuela me enseñaba para que cuando yo cumpliera los 12 años, pudiera participar y mostrar el orgullo de la familia Yuu.

En esos torneos había un chico, que me llamaba la atención, pues su manejo de la katana, cuando movía la katana, sus tajos eran como si se cortará el aire de los cerezos que caían.

Yo me fijaba en él, pues su técnica era perfecta, tanto que mi abuelo decidió hacerlo también su discípulo.

Este chico se llamaba Carlos Rodríguez, venía de otro país, era muy educado y le gustaba ayudarme con mi técnica de katana.

Pero aún así, nadie pudo nunca vencer a mi abuelo en duelo, literalmente Carlos ante mi abuelo siempre parecía u inútil, pues la velocidad y precisión de mi abuelo, eran de artista marcial.

Un día le pregunté a mi abuelo cómo podía ser tan hábil en el manejo de la katana.

Este saco de un cajón lleno de polvo un pergamino y me contó cómo el había sido nombrado el hombre más fuerte del mundo, a sus 30 años, este había ganado torneos de katanas en los 7 continentes.

Me enseño fotos y todo, literalmente mi abuelo era una leyenda hasta que se retiró en 2003 justo cuando yo nací, a la edad de 50 años.

Los espadachines se suelen retirar a esa edad porque ya empiezan a perder velocidad y reflejos, pero mi abuelo parecía que podía aún poder vencer a mil hombres.

El día de mi cumpleaños, el 28 de septiembre de 2007, ocurrió Un suceso que tragico en mi vida.

Unos ladrones habían entrado a casa de Carlos a robar, este tenía una hermana pequeña, exactamente 3 años menor que yo. Carlos murió protegiendo a su hermana de aquellos ladrones, sus padres estaban fuera de casa y los llantos de la niña avisaron a los vecinos que llamaron a la policía.

Me acuerdo del funeral, todos incluidos mi abuelo estábamos tristes, Carlos era la sonrisa del barrio, la persona más noble que ha habido jamás en Kaya.

Esto no hubiera pasado si Kaya no tuviese tanta desigualdad.

Mi abuelo cayó en una inmensa tristeza y empezó a beber, Carlos fue como el hijo que nunca tuvo.

Mi abuelo puso su katana en el cerezo del dojo en su memoria.

Una noche, yo iba al baño y lo vi a él bajo la luz de la Luna mirando la katana.

Sobrevivir no es vivir Donde viven las historias. Descúbrelo ahora