Capítulo 22: En los ojos de un loco

0 0 0
                                    

- Jimmy, Jimmy despierta.

Me desperté lentamente y observé a Jerome que estaba listo para salir, Himeko seguía durmiendo y yo decidí dejarle mi pistola para que esta pudiera defenderse, pues la íbamos a dejar ahí hasta que descanse.

Jerome le dejó provisiones para que comiera al despertar.

- Mientras dormías, encontré las llaves del cuarto en uno de los cajones del escritorios.

Jerome me lanzó las llaves y yo las tomé, cerramos la puerta y dejamos a Himeko descansando.

- Te ves muy raro sin tu sudadera, ya me había acostumbrado a verte así.

- Es muy especial para mi, me regaló alguien muy importante para mi hace mucho tiempo.

Al llegar a la puerta ambos contábamos el plan, Himeko debía por lo menos descansar una semana, por lo que íbamos a robarles cosas a esta gente y pasarla encerrados hasta que nos den por desaparecidos, cosa que no iba ser una tarea fácil, pues tarde o temprano encontrarían el cadáver de la mujer que cayó desde lo alto de la torre.

Abrí la puerta principal del edificio muy despacio y Jerome sacó su pistola, apuntando a todos lados, pero el pueblo se hallaba vacío.

Me di cuenta de que habían pisadas en el suelo, además de huellas de neumáticos, miré a izquierda y derecha y no vimos a nadie.

Nos metimos entre los callejones y edificios, con cuidado de ser atrapados por otro francotirador.

Mientras más nos metíamos dentro del pueblo, más sorprendente era el tamaño de este, tanto que nos encontramos con una tienda de ropa.

- Jerome, tengo una idea, vamos a entrar aquí un momento.

Jerome y yo rompimos una ventana con una piedra y entramos a la tienda, él sacó una linterna y justo al alumbrar salió un zombi de la nada, Jerome del susto soltó la linterna y cayó al suelo junto con el zombi ambos empezaron a forcejear y yo clavé mi cuchillo en su cabeza.

Jerome apartó al zombi y me dio las gracias mientras yo le ayudé a levantarse.

En la tienda de ropa yo tomé una sudadera nueva, era de color blanco, y tenía el símbolo de un ave negra en su espalda, me quedaba bien la verdad, aunque un poco grande, iba a juego con la sudadera blanca de Jerome.

- Ahora vamos iguales - dijo Jerome soltando una carcajada.

- Si, mi negrito y yo por el pueblo fantasma.

Ambos salimos por puerta de la tienda de ropa hasta que escuchamos una moto acercarse y nos metimos en la tienda de ropa.

Mirando entre las rendijas observamos a un hombre bajando de una moto y hablando por un radio, al parecer habíamos hecho mucho ruido al romper la ventana.

El hombre se quitó el casco y miró a los alrededores hasta quedarse observando la ventana, sacó su pistola y la recargó y pegó tres disparo hacia la puerta y empezó a llamar por el radio diciendo que nos habían encontrado.

Jerome sacó la cabeza y le metió un tiro en la pierna para no matarlo.

Salimos corriendo por la puerta y una bala me dio en mi hombro, Jerome se puso detrás de mi y me cubría, empezaron a llegar más personas y nos metimos por un callejón sin salida.

Jerome empezó a contar cuantas balas le quedaban, yo le dije que era inútil y Jerome agarró un contenedor de basura y lo puso como pared para defendernos, empezaron a llegar más personas corriendo, incluso perros.

Yo me regocijaba de dolor en el hombro mientras observaba la sangre en mis manos y me empezó a dar otro ataque de pánico, de verdad tenía miedo de morir, Jerome se dio cuenta y me metió una bofetada gritándome que despertará mientra este disparaba a las personas, de pronto la tapa de alcantarilla se abre y sale un niño pequeño de unos 5 años gritándonos que corrieramos.

Jerome y yo sin dudarlo entramos y cerramos la tapa.

Los hombres que perseguían a los chicos cesan los disparos y los perros saltan detrás del contenedor de basura sin encontrar nada y una mujer saca una radio.

- Leticia, han desaparecido en nuestra cara.

- Quien lo diría que pasaría esto.

Empezamos a seguir al niño mientras escapábamos por las alcantarillas.

- Oye niño, ¿cómo te llamas? - preguntó Jerome.

- Mi nombre es Bruno, vivimos aquí en las alcantarillas, somos un grupo pequeño comparado con los de arriba.

- ¿Cuántos sois más o menos? - pregunté yo.

- Mis padres y yo, dos ancianos, una chica que llegó hace poco y un chico joven de 20 años que hace 2 semanas salió a explorar y no ha vuelto creemos que ha muerto.
Llegamos a una pared donde había un cartel de un paisaje, el chico movió el cartel y había un agujero por donde pudimos pasar.

Entramos por una puerta y allí vimos a todo el grupo reunido, el padre del chico nos apuntó a Jerome y a mi con una escopeta y la madre nos empezó a revisar el cuerpo.

- No están mordidos ni enfermos - dijo la señora sin dejar de apuntarnos con el arma.

- No venimos a hacerles daño - dijo Jerome

- Mamá, ellos también se metieron al pueblo sin saber, también cayeron en la trampa de Leticia.

- Dios mio, pobres muchachos, de seguro la habréis pasado mal - dijo la madre buscando comida entra unas cajas de cartón y dándonos algo de comer.

- El padre de la familia nos invito a sentarnos frente a una vela mientras Bruno se ponía a pintar en unos cuadernos con colores viejos.

La ancianita me sonreía y saludaba con una mano mientras el anciano dormía tranquilamente.

- ¿Cuánto tiempo llevan aquí? - preguntó el anciano.

- Pues llevamos un día, pasamos la noche escondidos en un edificio.

- Si nosotros también lo hicimos - dijo la madre mientras arropaba a Bruno con una manta para mandarlo a dormir en unos cartones en el suelo.

- ¿Ustedes cuanto llevan aquí? - preguntó Jerome mientras tomaba un poco de chocolate caliente.

- Nosotros llevamos aquí unos 2 meses, desde que empezó todo, cortaron las comunicaciones y la información dejó de llegar, el ejército, fue el que construyó los muros del lugar, nos traían suministros pero un día la comunicación se acabó, las medicinas y todo lo demás se acabó.

- ¿Y cómo fue que acabo el pueblo así, el ejército dónde está? - pregunté yo inquieto.

- Pues verás, todo empezó por culpa del ejército - dijo la madre mientras acariciaba a Bruno

- ¿Por culpa del ejército? - pregunté yo.

- Si, ellos fueron los que hicieron que Leticia se volviera loca.

- ¿Leticia? - preguntó Jerome.

- Si, es la mujer que hizo la resistencia ante el ejército y logró que salieran de aquí, tras lo que pasó ella tuvo que cambiar, se volvió fría y cruel con tal de sobrevivir - dijo el padre al borde del llanto.

- ¿Cuántos son ustedes? - preguntó Bruno.

- Nosotromos somos...

- Somos dos - dijo Jerome interrumpiéndome y pisando mi pie.

- Ya veo, ¿necesitan algo? - preguntó el padre.

- Antibióticos, a mi amigo le han disparado en el hombro, planeamos volver cuando se ponga el Sol a nuestra base, porque planeamos irnos de aquí.

- Ya veo, Bruno, busca antibióticos para ellos por favor.

Bruno se levantó y se fue a buscar los antibióticos.

- Va a tardar un rato, mientras tanto, voy a contar a detalle todo lo que ocurrió en este pueblo.

La madre sacó un mapa y me lo dio, yo lo guardé en mi mochila y puse atención a la historia que me iba a contar el padre de Bruno.








Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Mar 05, 2024 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

Sobrevivir no es vivir Donde viven las historias. Descúbrelo ahora