"Miel y Limón en primavera" [AU Sunsun]

୨୧【capítulo 3.2】୨୧

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Sunghoon dejó el teléfono y se acercó a Ni-ki, quien seguía jugando videojuegos en el gran y cómodo sofá que tenía en su habitación. Había anochecido y ya era algo tarde para que Ni-ki siguiera despierto (o al menos eso le había dicho Chae a Sunghoon mediante un mensaje de texto).

—Ya es tarde, tienes que ir a dormir —dijo el alfa con voz calmada, pero el niño estaba tan concentrado en la pantalla que no logró escuchar a Sunghoon, mucho menos percatarse de su presencia—. Ni-ki, deja eso... —pidió Sunghoon y suspiró al ver que su hijo seguía sin prestarle atención. El alfa cerró los ojos, buscando paciencia donde no la había y terminó quitándole el mando a Ni-ki y apagando su pantalla.

—¡Estaba jugando! ¡Ya casi ganaba la partida! —se quejó el niño e intento arrebatarle el mando a su padre. Sin embargo, Sunghoon era muchísimo más alto y fuerte, así que simplemente alzó un poco la mano para que Ni-ki no alcanzara— ¡Dámelo!

—Ya es tarde, tienes que acostarte —repitió el hombre y dejó el mando en una repisa bastante alta mientras Ni-ki lo seguía, quejándose una y otra vez. El alfa no soportaba escuchar a Ni-ki haciendo berrinches, pero no quería empezar a gritar cómo siempre, así que dijo lo primero que se le vino a la mente y que le parecía lo más apropiado para controlar a un niño cómo Ni-ki—. Si sigues haciendo una pataleta le contaré a tu maestro.

Ni-ki se calló de inmediato y frunció el ceño, mirando a su padre con enojo.

—Mañana tienes escuela, si juegas hasta tarde no podrás levantarte temprano —dijo Sunghoon y caminó hacia el ropero de su hijo para buscar un pijama.

—¿Por qué aún sigues aquí? —preguntó Ni-ki de repente, mientras se sentaba en su cómoda cama con los brazos cruzados y un mohín en el rostro— ¿Dónde está la niñera? Tía Chae tampoco vino a acostarme.

Sunghoon tomó algo que parecía ser un pijama y se acercó a Ni-ki.

—La niñera no vendrá más, ahora te cuidaré yo —explicó el alfa mientras le ayudaba a Ni-ki a quitarse la camiseta.

—¿Tú? —Ni-ki puso una cara extraña que oscilaba entre la duda y la desconfianza.

—Sí, yo —Sunghoon intentó ponerle la camisa de dormir a Ni-ki, pero este esquivo y Sunghoon suspiró—, así que no me des problemas, hagamos esto bien.

—Esa camisa no me gusta —dijo Ni-ki y volvió a escabullirse cuando Sunghoon intentó vestirlo nuevamente.

—¡Quédate quieto, Ni-ki! —pidió Sunghoon, pero el niño estaba bastante seguro de no permitir que lo vistan con esa fea camisa de caballitos.