୨୧【capítulo 21.1】୨୧

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Habían pasado ya unos meses desde que se enteraron de que Sunoo estaba esperando un bebé. Todos habían estado sorprendidos en un principio, familia, amigos, e incluso Sunghoon y Sunoo, pero afortunadamente habían encontrado la manera de sobrellevar todo de la mejor forma posible. Todos se habían encargado de mimar y cuidar a Sunoo más de lo normal, y Sunghoon sólo se había vuelto más protector y llorón que de costumbre. 
 
Por otro lado, la boda era algo que había llegado más pronto de lo esperado, pero tanto Sunghoon como Sunoo se encontraban felices con aquella unión. Había sido una forma de solidificar su relación y mostrarse mutuamente que iban en serio con la idea de ser una familia y formar una vida juntos. Amaban estar unidos, sentir que tenían el apoyo y la compañía del otro, y es por ello, que con el pasar de los días, sólo podían darse cuenta de que el haberse casado, había sido una de las mejores decisiones que habían tomado. No podían pensar en arrepentimientos, no había espacio para pensar en estar lejos aunque sea por un momento.
 
—Hoon, por favor… —protestó Sunoo entre risas, mientras intentaba mezclar la salsa que hervía a fuego lento en la estufa. 
 
Se encontraban en la cocina, en casa de Sunoo, con este último preparando el almuerzo luego de haber luchado contra un terco Sunghoon, que insistía en que descansara todo el tiempo.
 
—Sólo estoy asegurándome de que esté bien —se defendió el alfa, abrazando a Sunoo por detrás mientras deslizaba sus manos por debajo del suéter del rubio, sólo para poder acariciarle el vientre levemente abultado que ahora poseía. Y es que últimamente, ese parecía ser el pasatiempo favorito del pelinegro: estar pegado a Sunoo, acariciando y besando su pancita todo el tiempo que fuera posible. 
 
—Sabes que no irá a ningún lado, cariño —canturreó Sunoo, tarareando mientras echaba especias diferentes a la salsa burbujeante. Estaba demasiado acostumbrado a Sunghoon invadiendo su espacio personal luego de cuatro meses viviendo juntos.
 
Habían decidido pasar sus días en casa de Sunoo hasta que la casa de ambos estuviese terminada, ya que querían tener suficiente privacidad para ellos como familia, incluyendo a Ni-ki. Es por ello que habían adaptado la pequeña casa de Sunoo para que los tres pudieran vivir tranquilos.
 
—¿No me quieres cerca? —preguntó Sunghoon, causando que Sunoo riera.
 
—No empieces.
 
Sunghoon besó la marca de Sunoo tiernamente y trazó círculos en el vientre de este, dándole suaves masajes mientras lo envolvía con su aroma.
 
Sunoo sonrió levemente y se volteó para atraer a su esposo y besarle dulcemente los labios.
 
—Fíjate en la salsa, está casi lista —le dijo, acariciándole la mejilla antes de separarse, recibiendo un gruñido de protesta de parte de Sunghoon—. Iré a buscar a Ni-ki para que se cambie y se lave las manos. Debe estar cubierto de tierra —Sunoo rió mientras Sunghoon se acercaba a la estufa de mala gana.
 
—Es un cachorro revoltoso —murmuró entre dientes el pelinegro, imaginándose el desastre habitual que había hecho Ni-ki jugando en el jardín con los gatos.
 
Sunoo volvió a reír y estaba a punto de salir de la cocina, cuando un Ni-ki cubierto de tierra entró corriendo.
 
—Te dije que los zapatos se quedan afuera —fue lo primero que soltó Sunghoon, viendo como su hijo había dejado un rastro de lodo en todo el camino hasta la cocina.
 
Ni-ki miró a Sunoo, buscando alguien que lo defendiera de su padre gruñón, y lo único que recibió fue un suspiro, mientras Sunoo se acercaba a él para agacharse y ayudarle a quitarse los zapatos con cuidado.
 
—Intenta recordarlo la próxima vez, cielo —le dijo Sunoo con un tono dulce.
 
–Está bien, yo puedo sólo —se apresuró a decir el cachorrito, queriendo evitar que Sunoo o su nuevo hermanito o hermanita se lastimaran por hacer algún esfuerzo innecesario.
 
Sunoo rió dulcemente y se levantó con cuidado, sintiendo los brazos atentos de Sunghoon ayudándolo a levantarse.
 
—Deja de agacharte así —lo regañó el alfa, sonando más preocupado que serio.
 
Sunoo le restó importancia con una sonrisa mientras agitaba su mano y lo alejaba.
 
—Basta, no estoy enfermo, puedo hacer algo tan simple como agacharme —soltó mientras tomaba la mano de Ni-ki y lo guiaba hacia el baño. —¡Que no se estropee la salsa, Sunghoon! —le recordó, alzando la voz mientras le ayudaba a su pequeño Ni-ki, a quitarse la ropa sucia y a limpiarse.
 
Mientras tanto, Sunghoon sólo pudo gruñir con resignación, antes de volver a prestarle atención a la salsa de Sunoo, cumpliendo su labor de marido obediente.








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"Miel y Limón en primavera" [AU Sunsun]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora