"Miel y Limón en primavera" [AU Sunsun]

୨୧【capítulo 20.3】୨୧

Sunghoon abrió los ojos lentamente y lo primero que vio fueron los grandes ojos de Sunoo, mirándolo con preocupación.

En cuanto Sunghoon se había desmayado por la impresión, Jay había llegado junto con Jungwon, y habían ayudado al doctor a recostar a Sunghoon al lado de Sunoo. Incluso Jay y Jungwon se habían sorprendido ante la noticia y se habían esforzado por no desmayarse también. 

—Hoon… —la voz de Sunoo salió temerosa, y entonces Sunghoon recordó las palabras del doctor.

¿Sunoo estaba asustado?

Claro que sí.

Un bebé no era algo que hubiesen planeado en lo absoluto. Ambos habían estado tranquilos con tener a Ni-ki. A ninguno se le había pasado por la cabeza el agrandar la familia. 

Definitivamente no habían estado preparados para aquella noticia, pero el más preocupado era Sunoo. Después de todo, él era quien llevaba al bebé, no podía evitar sentirse culpable, conmocionado, demasiado emocional y protector al mismo tiempo. Su mente y su corazón eran un lío, y en cuestión de segundos, había pensado en más de cincuenta maneras en las que aquella situación podía terminar.

—Yo...

Jungwon los vio a ambos, le echó una mirada estrujadora al doctor y pellizcó a Jay para que ambos se movieran y dejaran que Sunghoon y Sunoo conversaran en privado. Los tres se retiraron en silencio, dejando a solas al rubio y al pelinegro. 

—Cielos —Sunoo jadeó y se dejó caer en la camilla, pasándose las manos por el cabello con expresión abatida.

Sunghoon suspiró y se sentó lentamente, con la mirada algo perdida.

Sunoo sintió una punzada en su pecho al ver la espalda de Sunghoon y sintió a su lobo aullar melancólicamente.

El omega se esforzó por deshacer el nudo en su garganta y, luego de un momento, al fin pudo conseguir el valor para hablar. 

—No tienes que hacerte cargo del bebé —soltó de repente, su voz algo titubeante e incluso con un triste matiz.

Sunghoon se tensó al oír aquello y apretó los puños.

—Sé que no estaba en nuestros planes, no voy a obligarte a esto —Sunoo continuó hablando, sus palabras más rápidas y atropelladas—. Entenderé si no qui...

—Cásate conmigo.

Sunoo se quedó helado cuando Sunghoon se volteó y lo encaró con la mirada más decidida y llena de amor que había visto nunca.

—¿Q-Qué...? — Sunoo no pudo evitar tartamudear por la impresión.

Sunghoon le tomó las manos temblorosas y lo jaló suavemente para hacer que se sentara, y de ese modo poder atraerlo hacia su pecho.

—Mírame —pidió, y Sunoo lo miró inmediatamente, con ojos centelleantes y algo cristalizados. Sunghoon le acarició la mejilla mientras lo sostenía protectoramente con su brazo libre—. Cásate conmigo, Kim Sunoo —repitió suavemente, apoyando su frente contra la de su omega.

Sunoo sintió su corazón encogiéndose y no pudo evitar inclinarse ante el toque de Sunghoon, buscando su consuelo instintivamente. Estaba demasiado consternado para pronunciar palabra alguna.

—Estás equivocado si crees que voy a dejarte —susurró Sunghoon, rozando sus narices mientras lo envolvía con su aroma de forma protectora—. Te amo, Sunoo. 

—Pero…

—No, no hay peros —Sunghoon lo cortó y presionó un beso rápido y suave en su frente—. Ese bebé es nuestro, soy su padre —dijo con seguridad, sorprendiendose a sí mismo por la seguridad con la que ahora se expresaba—. No voy a dejar a mi familia, no quiero ser ese tipo de hombre. No soy ese tipo de hombre —soltó, sonando serio y decidido.

Sunoo sintió que las lágrimas se deslizaban inevitablemente por sus mejillas, y maldijo mientras agachaba la cabeza e intentaba limpiarse con sus mangas. No podía expresar todo lo que estaba sintiendo; su corazón estaba aliviado y lleno de amor por Sunghoon, incluso saber que había un ser creciendo en su vientre le provocaba una oleada de calidez maternal, pero no podía evitar sentir aquel temor por lo que ahora le deparaba.

—Tranquilo, está bien...Ven aquí —Sunghoon habló con suavidad, acunando el cuerpo de su omega contra su pecho mientras le acariciaba la espalda y la cabeza, sintiendo como Sunoo lo abrazaba y lloraba silenciosamente en su cuello—. Shh, todo está bien...No dejaré que nada malo pasé, yo me encargaré.

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