Han pasado dos días desde que logré materializar el espíritu que ama Destello. Se suponía que no debía tenerlo aún en mis manos luego de haber compactado el espíritu en una materia manipulable. Esa mujer ya debía estar embarazada de Resplandor, pero no, porque mi cuerpo aún se sentía débil, aunque yo era muy bueno fingiendo que no lo estaba.
Los niños fueron a buscar el cuerpo de Esteban, como había dicho Oro, pero no lo trajeron a casa. Las palabras que Esteban les dijo a los niños sobre la muerte se le quedaron grabados a ambos. Ahora, por causa de ellos, las noticias daban a conocer el extraño caso de un hombre que había sido parte de un ritual satánico donde se incluían detalles de urnas, grandes plataformas y un millar de rosas negras. "Cuando un humano muere se le dejan flores", dijeron. No tuvieron mejor idea que alfombrar toda la arena de la playa con rosas negras que habían invocado para rendirle duelo al cuerpo de Esteban.
El día del entierro, como lo nombraron los niños, la mujer de Esteban se llevó a Destello junto a ella. Lo cargó en sus brazos y salió de casa junto a muchos humanos vestidos de negro. Por supuesto que no me iba a quedar quieto mientras lo alejaba de mí. Lo iba acompañar a donde sea. Estaba en el mundo de los humanos para acompañar a Destello sea a donde se lo llevara su madre humana.
Todo era tan deprimente. Solo esperaba que anocheciera para poder realizar el último ritual. Lo haría a penas callera la noche.
—Deberías tener un poco de respeto —escuché.
Era Oro. La casa estaba vacía. No había nadie, pues todos se habían ido a ese dichoso entierro. Los niños, quienes habían permanecido todo el tiempo al lado del cajón de Esteban, no se movieron ni un momento. Permanecieron quietos, con sus rostros tiesos, como dos fantasmas. Los niños decidieron acompañar a los humanos sin que nadie notara la presencia de ambos.
—Eres el asesino de Esteban, el padre de Destello. Por tu culpa él se quedó huérfano —replicó Oro.
—No me interesa lo que los humanos hagan con los cuerpos vacíos de sus seres queridos. No te confundas, Oro, yo no voy a reunirme con todos ellos por el mismo motivo, sino por Destello. Quiero asegurarme que esté bien.
— Estoy seguro que Destello no te quiere allí —sonrió—. Mataste a su padre, y no solo eso, también a su amado Esteban.
Bufé. Oro creía que era un idiota. Claro que no. Era parte del plan, todo ideado por Destello, aunque en definitiva tenía que tomar muchas decisiones. Yo era una pieza importante para los planes de Destello.
Era increíble poder aceptar que los humanos también mostraban características similares a los espíritus celestiales. Ellos podían amar, sentir dolor ante la pérdida de un ser querido. Era cierto que no sufríamos de manera mundana como ellos, pero también podíamos sentir un fuerte sufrimiento doloroso, incapaz de ser curado fácilmente.
Destello se enamoró de Esteban y desde ese día comenzó a sufrir. "Es un amor imposible, es un humano", no dejaba de decirle, pero él nunca me escuchó. Él siempre lo observaba bajo el cielo estrellado, hasta que decidió bajar por él en vano, porque solo sufrió el rechazo de un simple humano. A pesar de todo, Destello lo siguió observando por mucho tiempo. Le dolía no estar a su lado cuando comprendió que aquel humano comenzó a amarlo. Era un amor extraño que yo no podía entender.
Los humanos también sufrían la pérdida de un ser querido, pero a mí no me importaba. Ellos podían sufrir tanto como quisieran, pero aun así nunca me iba a importar. Los niños eran espíritus curiosos, muy apegados a los humanos desde que conocieron este mundo. Ellos permanecieron atentos cuando cubrieron la caja donde estaba el cuerpo de Esteban. Si los niños continuaban con su insana curiosidad por lo humano, pronto seguirían los mismos pasos de Oro.
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UNA ESTRELLA ENAMORADA |1ra parte|
FantasyUna noche Esteban conoce a un extraño muchacho en la playa quien dice estar enamorado de él a pesar de no conocerlo. El extraño es el espíritu de una estrella que observaba a Esteban todas las noches sin que supiera. Para estar junto al humano...