6 El vientre

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Los días pasaron muy rápido, tanto que habían sumado varios meses, y si seguían pasando, pronto harían un año. Durante todos esos días trataba de concentrarme al 100% en mi trabajo para no pensar en nada más, pero mi mente se envenenaba cada día con los sueños incesantes. Eran como premoniciones que insistían con una decisión certera, ya que me quebraba constantemente en cada uno de mis sueños. Amarlo o no amarlo en esta vida a pesar de los principios de la sociedad.

—Amarlo o no amarlo...

Las olas se rompían con violencia en la playa mientras miraba el mar durante las tardes de invierno. Ahí parado, frente al monstruoso océano, trataba de despejar mi mente antes del ocaso, ya que no quería permanecer en ese lugar bajo el cielo estrellado.

—Acaso tienes algún problema —escuché una voz desconocida.

Mientras me perdía en mi mente, un joven de larga melena rubia enmarañada me había estado observando durante todo ese tiempo. Me esmeré por disimular el semblante alicaído que había llamado su atención.

—Claro que no... —respondí de inmediato.

—Es que como lo vi tan preocupado mirando la playa me dio la impresión de que en cualquier momento se iba a lanzar en sus aguas

— ¿Qué? , claro que no, nunca haría algo como eso. Tengo una esposa y un hijo, sabe, por eso no lo haría.

—Tranquilo, solo decía, nada más, no se exaspere conmigo.

—Además, suicidarse seria cosa de locos teniendo una familia que proteger, no, eso sería lo último que haría si tuviese es escoger, porque...

—Aja­, no debe suicidarse, eso es algo muy, muy malo.

Su aspecto me desconcertó demasiado, ya que al igual que la estrella, él era un joven rubio que había aparecido de la nada. Su presencia era imponente, realmente muy alto y elegante. Era diferencia a la estrella y el mocoso, pues ambos se presentaron por primera vez en fachas vergonzosas. Él joven parecía civilizado, muy bien vestido.

Sin decirle nada, me di la vuelta para dirigirme a mi auto. Como siempre, cuando iba de regreso a casa después de meditar en la playa, conduje a una gran velocidad como si muy en el fondo deseara que mi auto diera violentos vuelcos por la carretera. Las luces se fueron encendiendo mientras conducía ya que la tarde había muerto y se iniciaba una nueva noche.

—Wow, que rápido —dijo el mocoso apareciendo como siempre con miles de partículas de colores.

— ¡No aparezcas de ese modo! —lo regañé.

—Acostúmbrate, porque siempre estaré cerca mientras Destello lo este de ti.

—Deja a la estrella y regresa de donde viniste.

—Que molesto eres. Destello es mi amigo, no lo voy a dejar nunca y mucho menos ahora que estoy por buen camino.

El mocoso empezó a juguetear con el cinturón de seguridad

—He estado investigando mucho y a que no sabes —preguntó tratando de que le siguiera el juego, pero no lo hice—. No sabes qué— insistió—, ¡no sabes que! —volvió a insistir.

— ¡Qué! —pregunté resignado.

—Pues la mejor amiga de tu esposa, Samara, ¡tiene planes para salir embarazada!

—Que bien, me alegro por ellos. Ojala que tengan una bonita familia. A la estrella no le vendría nada mal un amig...

— ¡Idiota, entiende! Antes de que se embarace tenemos que apropiarnos de su vientre para que no conciba de ese hombre que es su esposo, me entregas tu alma como sea y yo me encargo de invadir el vientre de esa mujer con...

UNA ESTRELLA ENAMORADA |1ra parte|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora