5 Es imposible evitar su amor

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Se estaba haciendo de noche, pero aún seguía sentado frente a mi computadora tratando de terminar el plano de mi nuevo proyecto. Estaba trabajando para una empresa donde me pagaban muy bien, pero de todas maneras había decidido aceptar un trabajo de manera independiente con tal de darle lo mejor a mi familia: A mi esposa y a mi hijo, que por cierto no se parecía nada a mí.

Todos mis amigos y parientes no se demoraron en venir a la maternidad para visitar a mi bebe recién nacido. Lo primero que hacían al llegar era abrazarme con emoción por el nacimiento de mi primer hijo, luego se acercaban a mi esposa para felicitarla y por ultimo sus miradas examinaban con sorpresa al bebe: un pequeñito de rasgos caucásicos, ojitos verdes y...nada, nada parecido a mí. Los rostros de mis visitantes trataban de no retorcerse con muecas de disimulo, ya que de seguro estarían pensando que Cielo, mi esposa, había sacado los pies del plato con un extranjero europeo. No había dudas de que mi familia era el escándalo del momento en la maternidad, pues el esposo, yo, tenía unos cuernos bien grandes en la frente, un tonto que arrullaba con cariño al bebe de otro.

Cuando me reuní con Cielo, luego de que diera a luz, la enfermera nos trajo al bebe de la incubadora con un poco de temor de que hiciera un escándalo luego de que yo, el esposo engañado, empezara con los reclamos al ver a un niño opuesto a mis características. Al recibirlo en mis brazos, entendí que ese pequeñito no era mío, más bien era la estrella que había bajado por mi deseo. La enfermera debió pensar que mi rostro de sorpresa era señal del descubrimiento de los cuernos que pesaban en mi cabeza, por eso, al darme cuenta de su expresión, sonreí natural y me senté en la cama junto a Cielo.

—Gracias — le dije a cielo, quien se sentía muy orgullosa por haber dado a luz a un niño tan hermoso.

—De nada, pero dámelo ya, porque tengo que alimentarlo.

—Claro, pero está dormido.

—Sí, pero es que... Es nuestro primer hijo, por eso estoy un poco nerviosa. No quiero que le falte nada.

—Lo haremos bien, cuidaremos de nuestro bebe muy bien —le di ánimos entregándole a la pequeña estrella.

—Estoy muy feliz de tenerlo, es que pensé que nunca iba a poder quedar embarazada después de que el doctor nos dijo que nos hiciéramos unas pruebas de esterilidad. Me asusté mucho, pero gracias al cielo que Destello llegó. Lo amo demasiado.

—Yo también.

—Pero que raro que no se parezca nada a nosotros. El amor de madre me dice que es mío, por eso nadie me lo quitará, aunque venga una loca a decirme que nos lo cambiaron con su hijo, que las enfermeras se confundieron. Si sucede, de verdad que le muerdo la mano bien fuerte —ella abrazó a destello sin lastimarlo.

—Tranquila — dije preocupado—. Destello no se parece a nosotros porque... —dudé un poco.

—Porque qué—preguntaron al mismo tiempo Cielo y el mocoso de la túnica rara.

En todo momento ese mocoso había estado dando saltos de felicidad desde que la estrella nació. Nadie lo podía ver, pero al ser yo el único en sí poder, me alteraba su cercanía en un momento tan íntimo en familia.

—Por qué...—Cielo volvió a preguntar.

Ella me miró curiosa. Lo mejor hubiese sido dejar que los días pasaran sin darnos explicaciones, pero ridículamente una mentira quería salir de mi boca para darle tranquilidad. Ella no dudaba que era nuestro niño, ya que para ella lo era al 100%, aunque no se parecía nada a ninguno de los dos, pero yo necesitaba inventar una mentira para empezar a mentalizarme que era su padre.

UNA ESTRELLA ENAMORADA |1ra parte|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora