(2) Puedo bajarte hasta el cielo

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Los años pasaron, para ser específica, cinco.  Ariana continuaba su relación con Melvin, mientras que Ariel comenzaba en una escuela diferente a la mía.  Aun vivíamos en el mismo sitio, pero ya él era casi un adolescente, mientras yo todavía era una niña. 

Kiel estaba estudiando en otro país, mientras que Jeziel estaba trabajando.  Este no había querido estudiar por el momento, y mi abuelo le ofreció un trabajo en la empresa. 

Por su parte, Itzel, tenía quince años.  Su fiesta fue todo un acontecimiento, y allí Melvin le propuso matrimonio a Ariana frente a todos.  Se imaginarán la sorpresa que se llevó Fernando.

(Memorias)

 

“Ariana, me ayudas con el vestido?  Es que se me soltó el cinturón y no quiero que se dañe” le pedía a Ariana mientras esta se encontraba sentada al lado de su papá. 

“Cómo no, preciosa.  Ven” me respondió ella mientras yo la admiraba.  Mi hermana ya era toda una ingeniera, destacada y conocida en su área de estudios.  Era hermosa, y se llevaba con todos.  Cada día quería ser más como ella.

“Dónde está Melvin?” pregunté algo curiosa al no verlo a su lado.  Estos dos eran casi inseparables.

“Fue al baño, Daniela.”

“Y Ariel?”

“Lo vi caminando con Jeziel…” me contestó Fernando mientras lo buscaba entre la gente. 

“Quieres bailar, Fernando?” aun cuando no era mi papá; era el de Ariana, y un gran amigo de mi mamá. Pasaba ratos agradables con ese hombre, y puedo decirles que me alcahueteaba igual, o hasta más que a Ariel.

“Seguro, muñeca…” dijo este sonriéndome y tomándome de la mano. 

Ambos comenzamos a bailar al ritmo de la canción que estaban tocando.  Mi mamá me había enseñado muy bien a cómo moverme, y a la edad que tenía, me podía defender muy bien en esta área.

“Permiso.  Buenas noches a todos” la voz de Melvin a través del micrófono, atrapó la atención de los allí presentes.

“Qué sucede?” pregunté extrañada, mirando de Fernando a Ariana.

“Ariana, Fernando, Alexandra…podrían acercarse?” podía notar que Melvin estaba muy nervioso.  Qué pensaba hacer?

Fernando comenzó a caminar, mientras yo me quedé allí parada.  Segundos luego, sentí un brazo alrededor de mis hombros.

“Te me habías perdido…” me dijo Ariel en el oído, pero con su mirada fija hacia nuestros padres.

“Tú también, te estaba buscando” respondí, colocando mi mano alrededor de su cintura.  Éramos grandes amigos, y como una vez mi mamá lo predijo, cómplices en todas nuestras travesuras. 

Si tú me lo pidesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora