(26) La vida va

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Disfruté el beso; no lo puedo negar. Deseaba sentir aquellos labios junto a los míos, moviéndose al unísono, demostrándonos lo que sentíamos. Había extrañado de una forma increíble a ese hombre que me tenía, cuidadosamente, entre sus brazos, besándome frente a mis padres.

Mis padres...un momento, ellos estaban allí con nosotros. Se encontraban presenciando esa escena que para ellos debe ser algo, sin sentido, inexplicable, impresionante, entre otras cosas. Qué debíamos decir? Cómo tomarían esta acción? Nos acabábamos de delatar y no nos habíamos dado cuenta.

"Qué significa esto?" preguntó mi papá con cierto coraje en su voz; a pesar de todo, parecía que se apiadaba por lo que me había ocurrido.

"Papá...eh...." no podía decir nada, no podía contestarles, mientras Ariel aun me estaba mirando, con sus ojos asustados. No se había dado cuenta de lo que había hecho, y aparentemente, no sabía cómo darle la cara a mis padres.

"Alguien podría contestarme? Ariel?" continuó mi papá preguntando.

"Buenas tardes, mi nombre es el Doctor Rivas, soy el médico que ha atendido a Daniela desde que llegó al hospital..." entró Ignacio en esos instantes, interrumpiendo lo que continuaría a la pregunta de papá; tal vez, ayudando a retrasar lo inevitable.

Mis padres movieron su vista hacia aquel doctor que me había brindado su ayuda y cariño. Inexplicablemente, ese encuentro de rostros, hizo que todos se quedaran congelados; inmóviles. Qué sucedió y yo no me di cuenta?

Ariel fue volteándose lentamente al sentir el silencio en aquella situación. A pesar del gran impacto y el susto, aun no había soltado mi mano. Fue entonces cuando una ola de desesperación me atacó súbitamente, sin explicarme porqué, y comencé a llorar sin control.

"Daniela!" dijo Ignacio, rompiendo el contacto visual con mis padres y corriendo a mi lado. Ariel no soltaba mi mano, y tanto mi papá, como mi mamá, no sabían qué hacer.

Mi llanto se hacía cada vez más fuerte, provocando que comenzara a temblar. Inmediatamente Ignacio dio órdenes para que salieran de la habitación, necesitaba estabilizarme, y no podía con ellos allí.

"Ariel, no te vayas" supliqué entre llanto, mientras mi novio quedó congelado en sus pasos, al igual que mis padres.

"Daniela, no pueden estar aquí. Necesito que te controles..."

"Por favor, Ignacio..." aparentemente, pudo notar el desespero en mis ojos, y le dio órdenes a mis padres que salieran, mientras le ordenaba a Ariel que sentarse en una silla.

Las enfermeras llegaron unos segundos luego, y me inyectaron. Ignacio aun estaba frente a mí, sujetando mi mano, mirándome.

"Dany, necesito que te tranquilices. Lo habías hecho bien hasta ahora. Por favor, bonita. Lo que las enfermeras te inyectaron, te pondrá a dormir. Quieres que me quede?" podía ver en sus ojos, la misma ternura con la que mi padre me hablaba.

"Estaré bien..." respondí entre sollozos aun.

"Puedo salir de la habitación?" hizo la misma pregunta, en una manera diferente.

"Sí...muchas gracias. Ariel puede quedarse?'' mis ojos le imploraban por su aprobación.

"Siempre y cuando me prometas que estarás tranquila..."

"Lo prometo" respondí mientras este me apretaba la mano y caminaba hacia la puerta, deteniéndose por un segundo a mirar a Ariel, "cuídala, de acuerdo? Aunque, no sé porqué, pienso que estará bien a tu lado. Eres su novio?"

Ariel miró a aquel hombre sorprendido, apenas lo conocía hacía unos minutos..."Sí..." respondió con su mirada fija en este.

"Cuídala. Me avisas, aunque te aseguro que pronto se dormirá" y con una última sonrisa en mi dirección, se marchó de la habitación.

Si tú me lo pidesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora