(30) Un poquito más

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**Nota: Había un error en el número de los capítulo...Ya está arreglado. Espero que disfruten de este poquito más, y les avisaré si eventualmente escribiré algo de esta familia exepcional. Besos y gracias por acompañar a Dany en todas sus experiencias y travesuras; de guardar su secreto. Esta noche comienzo Duele ser Infiel....Besos.

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Me miraba en el espejo; esta era la última vez que me vería en él. Ariel y yo habíamos terminado los estudios, regresábamos cerca de nuestros padres, de nuestra familia.

Aun recuerdo el día de nuestra boda; todo fue hermoso. Hubo risas, alegría, y lágrimas; bonitos deseos y nuestro intercambio de votos. Mi primer baile de casada, con el hombre más maravilloso del planeta, y la insistencia de mi hermana de que quería sobrinos pronto.

Pues, no, tenía que cuidarme muy bien para completar mis estudios. Fueron años fuertes, más cuando intenté adelantar todo lo que podía. Mientras Ariel trabajaba, yo vivía encerrada en nuestro apartamento, estudiando sin control; apenas veíamos a la familia por mi culpa.

Ariel tenía seguro su trabajo en uno de los mejores hospitales de la ciudad en que vivían nuestros padres; y aun yo no había conseguido nada, pero Jeziel me tenía un puesto en la empresa, por lo menos para comenzar.

Tuve la dicha durante este tiempo, de hacer una bonita amistad con Angela y con Ignacio. En realidad, vivían sumamente cerca de mi apartamento, y lográbamos vernos una vez al mes. Por lo menos obtuve algo bueno de aquella horrible experiencia.

Observaba en aquel espejo, que ya no era aquella niña que se marchó de su casa años atrás. Aquella niña que fue algo rebelde por defender su amor y el de su mejor amigo. Esa niña, ya era toda una mujer, y ese espejo me lo demostraba.

Ya era una mujer en diferentes aspectos de mi vida, y lo que tenía en mis manos me lo recordaba aun más. Esa niña quedó atrás, como un bonito recuerdo y con grandes experiencias que la llevaron a hacer lo que era hoy.

"Estás lista, mi amor?" preguntó Ariel entrando a la habitación, guardando en mi bolso lo que tenía en las manos.

"Más que nunca..." respondí limpiando las lágrimas que habían rodado por mi rostro mientras me miraba en el espejo y pensaba.

"Pensando en exceso nuevamente, mi vida?" preguntó este mientras se acercaba a mí, enredando sus brazos por mi cintura desde mi espalda, y besando mi hombro, el que estaba al descubierto pues la blusa caía de ese lado.

"Algo así. Pensaba en todo lo que ha sucedido, en lo feliz que hemos sido y en cuanto deseo estar nuevamente al lado de nuestra familia..."

"Ya lo estaremos, estamos a solo horas de eso" este continuaba besando mi hombro, subiendo por mi cuello.

"Ya no somos niños, Ariel... Creo que crecimos antes de tiempo..." comentaba mientras disfrutaba cada uno de los besos que me daba mi esposo.

"Nacimos entre adultos, eso era de esperarse. Me alegra saber que crecí a tu lado, que compartimos tantas cosas juntos y que continuaremos compartiéndolas..." sus manos comenzaron a bajar hacia mis piernas mientras sus besos eran más.

"Ariel? Creo que si no te detienes, saldremos un poco tarde de aquí" le dije sonriendo, volteándome a colocar mis brazos en su cuello y besándolo con todo el amor que sentía por él.

"No me molesta llegar tarde..." sus palabras estaban llenas de deseo, de pasión. No podía negarles que me sentía igual que él.

Les debo admitir que nuestros deseos tuvieron que esperar, ya que nuestros teléfonos sonando casi simultáneamente, hicieron que nuestro enfoque cambiara. La noticia de que Silvia se había ido de parto, nos llenó de gran emoción. El viaje era algo largo, así que debíamos salir de inmediato.

Si tú me lo pidesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora