(3) Si tú me lo pides

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Corrí inmediatamente a mi habitación para descubrir que Ariel no estaba allí.  Solo estaban sus zapatos al lado de mi cama.  Mis ojos no podían cerrar por la sorpresa, aunque me imagino que la explicación tendría que ser por lo que estaba en el suelo.

“Qué sucede papá?” pregunté haciéndome la inocente.

“Esos zapatos? Sabes que no quiero a ningún varón en tu cuarto…” comenzó a decir papá.

“Damián, olvídate de los zapatos que hayan en el cuarto de Daniela.  Necesito ayuda con Ariana” dijo mi mamá, volteando a ver a mi hermana, quien se encontraba sin color y se veía débil.

“Estoy bien…” repetía esta una y otra vez. 

Papá y mamá la llevaron a su habitación y le ordenaron que se vistiera; para llevarla al médico.  Yo me quedé con ella porque me sentía muy preocupada.  Qué le sucedía a mi hermana?

“Estás segura que estás bien, Ariana?  Digo, anoche llegaste llorando y hoy estás enferma…” le dije mientras recogía yo recogía su cama.

“Mi muñequita, nunca crezcas, por favor.  La vida se va complicando mientras vamos creciendo…”

“Dime qué te sucede, por favor…” le supliqué con mi rostro lleno de tristeza.

“Pronto lo sabrás…” me respondió mientras tomaba su bolso y salía de su habitación; encontrándose con mi mamá, quien la estaba esperando en el pasillo. 

“Nos vamos?” preguntó mi mamá, colocando su brazo sobre el hombro de mi hermana.

“Sí…” respondió esta mientras ambas comenzaban a caminar.

“Señorita, usted y yo tenemos que hablar…” comentó mi papá mientras intentaba escabullirme sin que me viera. 

“De acuerdo, papá” respondí,  entrando a la habitación de Ariana nuevamente, y sentándome en la cama.

“Qué hacían los zapatos de Ariel en tu habitación?  Sabes que no quiero a ningún varón en tu cuarto” me dijo mientras levantaba mi rostro para que lo mirara.

“Me quedé con ellos, para hacerle una maldad.  Son sus zapatos favoritos…”

“Entonces, me aseguras que él no ha entrado en tu habitación?”

“Sí…” no dije más porque era horrible el hecho de saber que le estaba mintiendo a mi padre.  Aun así, no quería problemas, mucho menos un castigo.

“De acuerdo.  Te amo mi princesa.  Nos vemos luego, tengo que ir a una reunión.  Recuerda que Jeziel está en su cuarto…”

“Está bien.  Te amo, papá..” fueron mis palabras mientras lo abrazaba y lo besaba en la mejilla.

Una vez mi papá salió del cuarto, caminé hasta el mío para vestirme y bajar a desayunar.  Luego de esto, llamaría a Ariel para ver cómo se las ingenió para que papá no lo viera. 

Entré al cuarto y me quité los pantalones de mis pijamas, comenzando a buscar en las gavetas.

“Pensé que jamás se irían” dijo Ariel saliendo del armario, sorprendiéndome y ambos gritando al notar que yo no tenía mis pantalones. 

“Cierra los ojos!” le grité mientras este se volteaba.

“Por qué estás sin pantalones?”

“Porque pensé que ya no estabas aquí.  Me iba a vestir para ir a buscarte.  Casi me matas de un susto!” casi le grité mientras me ponía mi ropa.

Si tú me lo pidesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora