El inicio de todo

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No podía creer que fuer a empezar ya la Universidad, estaba haciendo mi maleta porque después de comer saldríamos hacia nuestro nuevo piso. Y es que no iba a estar sola, iba a estar con mi mejor amiga, que mejor que empezar la carrera y la convivencia juntas. Yo estaba nerviosa, pero ella... a ella le iba a dar un ataque, pero bueno, estamos hablando de Vale, ¿Qué podía esperar?

Mi madre llevaba toda la mañana llorando "orgullosa de su hija", y antes de irme me hizo prometerle que seguiría con las clases de piano y que no iba a "portarme mal". Al menos Vale y yo teníamos otros ideales.

- Estoy tan nerviosa, Dani... ¿te das cuenta de que vamos a vivir solas? – bajo la voz. – Sin padres... eso significa que vamos a poder hacer lo que queramos. – se acercó a mí. – Igual dejamos de ser vírgenes. – me hizo reír su comentario.

- ¿Eso es lo que quieres? ¿Vas a la Universidad para dejar de ser virgen? – sonreí a mi amiga que se empezó a sonrojar.

- Bueno es lo que sale en las películas. Ya le preguntaremos a mi hermana cuando venga.

- ¿Dónde está? Hace mucho que no la veo, me acomodaba en el sofá de su habitación sintiendo un escalofrío, maldito sofá.

- Ha quedado con unos amigos para despedirse. Empieza ya el tercer año de danza. – miré mis maletas para distraerme. - ¿Sabes qué es lo nuevo que ha hecho? – negué con la cabeza. – se ha pintado los pelos de azul, parece un pitufo.

- Vale, ¿cuándo viene...? – en ese momento la hermana de Vale entró y se me quedó mirando. – Hola, Calle, cuánto tiempo. – se acercó a mí y me incliné para darle un beso en la mejilla.

- ¿Qué tal, María José?

- Vamos Calle. ¿Desde cuándo me llamas por mi nombre? – sonreí ante su comentario.

- Bueno. ¿Qué tal estás, Poché?

- Ya me ves. – me sonrío y miró a su hermana. - ¿Cuándo quieren irse? Ya tengo el coche listo.

- Ya. – Vale empezó a coger las bolsas. - ¿Me ayudas? – Poché se levantó a ayudarla.

Poché ha debido de estar haciendo ejercicio, su cuerpo estaba más moldeado. Empezamos a meter las bolsas en el coche.

- Bueno, pónganse cómodas que tenemos seis horas de camino.

- ¿Nos dejaras conducir? – pregunté.

- Ni loca. – se empezó a reír mientras arrancaba y empezaba a conducir en silencio.

- Oh, vamos un ratito solo. – vi como me miraba por el espejo, pude ver su sonrisa. Era cuestión de tiempo.

Llevábamos dos horas de viaje y Poché acababa de parar en un área de servicio. Salimos mientras bebíamos unos refrescos. Poché andaba de un lado a otro mirando el suelo metida en sus pensamientos.

- ¿Ya llevas el cabello corto ¿no? – escuché detrás de mí.

- Dejé de llevarlo largo porque no lo dejabas tranquilo, Poché.

- Era divertido.

- ¿Podemos conducir? – pregunto mi amiga.

- Me da miedo morir en la carretera. ¿Quién conduce mejor? ¿Calle o tú? – Poché me miró mientras yo sonreía.

- Si me muero en un accidente, te estaré atormentando toda la vida.

- ¡Acepto! – me lanzó las llaves y corrí hacia la puerta del piloto.

La Hermana de mi Mejor AmigaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora