Nosotras

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El dedo de Poché recorría mi espalda, haciendo dibujos imaginarios en ella, mientras me miraba apoyada en su codo a mi lado en su cama. Su dedo fue sustituido por sus labios a los pocos minutos, yo disfrutaba de sus caricias con los ojos cerrados.

Había vuelto de casa de Sam y fui directamente hacia su departamento, simplemente le pedí que me hiciera el amor, sin que hiciera preguntas, nos fundimos en una varias veces en su cama. Le había confesado que había dejado a Sam, su rostro era de una felicidad que pudo transmitir y los miedos que tenía desaparecieron, dejándome atrapar en su abrazo, mientras seguíamos en la cama debajo de las sábanas.

- ¿Sabes una cosa? – me preguntó entre besos. – el sábado es mi cumpleaños... - yo abrí los ojos para apreciar la sonrisa que me dedicaba.

- ¿Por qué no me lo habías dicho antes? – pregunté girándome dejándola encima de mí..

- No sé.... No sabía que pedirte de regalo... - levanté la ceja y ella se rio antes de darme otro beso.

- Y... ¿ya sabes qué quieres de regalo? – ella asintió con la cabeza mordiéndose el labio al tiempo que movía sus caderas haciendo que apretara mis labios manteniendo su mirada.

- Quiero muchas cosas... - rozó mis labios con los suyos. Acarició mis muslos haciendo que los movimientos de su cadera fueran más precisos, jadeando contra mis labios. Tuve que cerrar los ojos y lanzar un gemido en su boca cuando el dildo se introdujo completamente dentro de mí, se quedó quieta por unos momentos, dejando que lo sintiera mientras sus manos volvían a las mías contra el colchón.

Sentí su sonrisa contra mis labios y abrí mis ojos para perderme en los suyos. Empezó otra vez con el movimiento de caderas y yo elevé las mías para recibirla mejor. Prefería sus dedos, pero con el arnés podía tenerlos por otras zonas. Sus labios estaban besándome y su lengua ayudaba a profundizar el beso. Soltó mis manos para apoyarse en sus codos y empezar a moverse más lento, haciendo que nuestros vientres se unieran una y otra vez.

Pasé mis dedos por su nuca, la besé con hambre. Poché volvió a moverse más rápido sobre mí. Fue fácil darle la vuelta, quedando sobre ella. Me senté sobre ella mientras movía mis caderas. Sus manos se deslizaron por mis costados, subiendo hasta mis pechos, apretándolos. Yo observaba cómo mordía su labio mientras me recorría una y otra vez con la mirada, notando lo cerca que estaba ya del orgasmo.

- Poché... Poché... - gruñí con el ceño fruncido. – Voy a correrme... - la escuché

jadear al mismo tiempo que movía sus caderas y hábilmente una de sus manos se acercaba a mí clítoris para acariciarme.

Me incliné levemente, apoyando mis manos a ambos lados de su cabeza para empezar a moverme más rápido, bajé hasta sus pechos para agarrarlos, sintiendo sus pezones contra ellas. Me movía lo mejor que podía hasta que no pude aguantarlo más y me desplomé sobre su cuerpo, sentía sus dedos de nuevo por mí espalda, y sus labios besando mis hombros.

- Quiero que me regales el estar contigo todo un día entero, las dos solas. Tú sólo acepta, que yo me ocupo de lo demás... - claro que acepté.

Llevábamos una hora ya en el coche, ella conducía mientras enlazaba nuestros dedos dedicándome una rápida y cálida mirada que hacía que mi corazón se derritiera.

- Ok, te voy contando, hace tiempo escuché hablar de una casita en mitad de la montaña, muy tranquilo, ideal para dos personas... ahí vamos. – volvió a agarrar mi mano, acariciando mi dorso son su pulgar, cuando sonrió me incliné para besar su mejilla.

Cuando llegamos, pude apreciar lo pequeña que era la casa, pequeña pero acogedora, estábamos las dos solas, no necesitábamos más. Dejamos la maleta en la habitación. Dimos un largo paseo por la zona, era todo muy tranquilo y rodeado de naturaleza, sin nadie que molestara. Nos sentamos en la orilla de un río que pasaba por allí, me agarró la mano jugando con mis dedos.

La Hermana de mi Mejor AmigaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora