25: Agustín

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Contemplé al ángel en mis brazos, su cabello oscuro extendido sobre mi pecho mientras su aliento me hacía cosquillas en la piel y me dolía la pierna como la mierda pero el vendaje sólo tenía una mancha de sangre. Él me había sacado la bala y había cerrado la herida como un profesional, la mierda por la que lo hice pasar durante los últimos días habría hecho huir a cualquiera pero no a Valentín que tenía acero en su columna vertebral y si alguna vez lo dudé, esa pistola paralizante selló el trato. ¡Jesús! solo recuerdo la mirada en su rostro y trajo una sonrisa a mis labios, él era un guerrero y era todo mío.

Nunca había estado enamorado, ni siquiera creía que eso existiera pero debí haberlo sabido, durante todas esas veces que me senté y lo miré, que él era para mí. Cada vida que tomé, cada decisión que tomé, todas me conducían a él. Era una recompensa que no gané, un regalo que no merecía pero como el bastardo egoísta que era, tomaría todo lo que me ofrecía y cada toque me unía a él, incluso logró eclipsar a mi viejo dios: la Muerte.

Adoraba al colorado y felizmente mataría por él, quemaría el mundo si eso lo hacía feliz. Pasé los dedos por su cabello y suspiró suavemente, mi sangre se calentó y le quité la manta, llevaba una remera además del bóxer y tenía una pierna colgada sobre mí. Mi miembro opinó sobre su proximidad reclamando atención, moviéndome hacia él e ignoré el grito de dolor en mi pierna para deslizar mi mano por su costado, sintiendo el descenso de su cintura, la turgencia de sus caderas y la suave piel de su muslo.

Sus ojos se abrieron, soñolientos al principio, luego llenos de preocupación.

¿Estás bien?

Nunca he estado mejor ― deslicé mis dedos bajo la tela a lo largo de su cadera.

Se despertó un poco más.

Creo que tenes que beber, parece que eso ayudará a que tu sangre se recupere ― me empujó, tratando de levantarse de la cama ― Te traeré un poco de agua y también buscaré algunas aspirinas.

De ninguna manera, lo atraje hacia mí para que estuviera recostado sobre mi pecho y su frente se arrugó mientras le palmeaba el culo debajo de su pantalón corto.

Eu, necesitas...

Una bebida, ya lo dijiste ― lo jalé más hacia arriba y luego hundí mi rostro en su cuello.

Agustín ― su jadeo engrosó mi erección, deslicé mi mano por su remera y le acaricié un pezón ― Necesitas descansar.

Recuéstate ― la idea de volver a tener su miembro en mi boca, envió una ráfaga de electricidad a través de mí.

Agus ― intentó alejarse ― No podemos, tu pierna necesita sanar.

Lo sostuve en su lugar.

La recuperación de mi pierna no tiene nada que ver con lo que quiero hacer ― tiré de su prenda y tomé su pezón en mi boca, su cálida piel era como seda en mi lengua.

Gimió y agarró la cabecera de madera, mientras lo mordía y cambié a su otro pezón. Necesitaba sentir lo húmedo y duro que estaba, así que deslicé mi mano por su ingle y envolví mis dedos alrededor de su miembro. Estaba caliente y húmedo, la combinación perfecta.

¡Amor, por favor! no podes recuperarte si...

Dijiste que necesitaba beber, Valentín ― agarré la cintura enrollada de sus bóxer y tiré de ellos ― Tu verga tiene mucho de lo que necesito.

Dios mío ― no luchó contra mí cuando lo recosté en la cama y me coloqué entre sus piernas.

Una mirada a su reluciente punta me robó el aliento, agarré su culo y lo atraje hacia mí. Lamí a lo largo de su prepucio y se sacudió, su remera colgaba suelta bloqueando su rostro de mi vista.

Protector // GialenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora