El asesino se había ido rápidamente, frunciendo su ceño con preocupación mientras se vestía y enfundaba su arma.
― No intentes nada, Luka te cuidará hasta que yo vuelva.
― ¿A dónde vas?
Había dejado la pregunta sin responder y salió a la sala de estar a hablar con su amigo en voz baja.
― ¿Por qué no me podes llevar con vos? ― lo había seguido y puse mis manos sobre mis caderas.
Su mirada se deslizó lentamente por mi cuerpo y mi miembro se puso alerta, había cruzado mis manos sobre este, pero no antes de que él obtuviera un buen vistazo de mi creciente erección. Se lamió sus labios llenos.
― Porque tenes que quedarte acá mientras enderezo todo esto.
― ¿Vas a matar a Demichelis? ― mi tono parecía más a una exigencia que a una pregunta. No sé cuál de los dos estaba más sorprendido.
Entrecerró sus ojos.
― Tal vez.
La amenaza en su voz había enviado mensajes mezclados a través de mí. Mis muslos se acaloraron, aunque el miedo galopaba por mi corazón.
― Bien... ― me había dado vuelta, esperando que no hubiera visto el sonrojo subiendo por mi cuello hacia mis mejillas y regresé al dormitorio.
Cuando el castaño se fue, el pelilargo me llamó.
― Salí de ahí, voy a pedir el desayuno.
Entré al armario del ojiverde para sacar unos pantalones de la Selección Argentina y una remera blanca con la cara de Messi, la cual cayó hasta el medio muslo y me dió un sentido extra de seguridad, porque olía a Agustín. Aunque inhalé un poco más profundo de lo que debí. Entré a la sala de estar y me detuve para admirar la vista del lago que se encontraba al frente, los árboles hace mucho habían perdido sus hojas por el invierno pero el parque todavía daba color a las calles internas.
― ¿Te gusta el café y las medialunas? ¿O preferís unos tostados de jamón y queso con jugo? Además podemos pedir chocotorta también ― se inclinó sobre la isla de la cocina con el teléfono en el oído, aunque sus palabras estaban dirigidas a mí.
― ¿Pueden ser las dos opciones? Realmente tengo mucha hambre y que la porción de chocotorta sea grande porfa ― caminé hasta la ventana del extremo y miré mientras el sol se elevaba por el río, los perezosos rayos de luz proyectaban sombras hacia mí.
Mi tenue reflejo mostraba el pequeño vendaje en mi nariz y las sombras oscuras bajo cada ojo, definitivamente no era mi mejor apariencia pero había estado peor antes y pude sanar.
― Muy buena elección coloradito, yo también estoy cagado de hambre así que ya mismo encargo nuestro pedido ― dijo con una sonrisa ― Sí, todo eso quiero para mi pedido y lo más rápido posible por favor, hay buena propina ― Romero se acercó más mientras volvía a la sala de estar.
Me tensé, incluso a la luz del sol, el sótano todavía atormentaba mi mente y necesitaba salir de aquí, para volver a la tienda y a mi departamento. Si necesitaba irme, lo haría.
― Estarán aquí en quince minutos, como mucho ― se dejó caer en el sillón y pasó un brazo a lo largo del respaldo ― Vení a sentarte, estar de pie en la ventana podría ser malo para tu salud.
Miré hacia él, me sonrió de forma amigable, se veía más grande que yo, pelo largo de color castaño oscuro al igual que sus ojos, rasgos apuestos, más bajo que Agustín, constituido y por lo que recordaba de la noche anterior, una boca ingeniosa. Pero me había ayudado, trabajó con el asesino de ojos verdes para sacarme del nido de víboras lo cual no indica que confíe en él, sin embargo no lastimaba a nadie seguir la corriente a menos que diera una razón para no hacerlo.
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Protector // Gialen
Fiksi PenggemarDesde el momento en que lo vi a través de la ventana de su florería, algo más que la oscuridad se arraigó dentro de mí. Valentín brillaba como un faro en un mundo que desde hace mucho tiempo perdió cualquier luz. Pero nunca fue para mí, un hombre qu...