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Trás la reciente victoria contra el más odiado enemigo, todo lo que alguna ves fue miedo a las calles, miedo a ser atacados por uno de los molestos robots, se convirtió en paz y tranquilidad viajando por las calmadas brisas de viento que adornaron el clima perfecto en esos cinco primeros días de armonía y serenidad en el pueblo.
Los daños fueron totalmente reparados; el terreno que un día fue víctima de cargar con el peso de la Egg Base, se convertía en una linda y tranquila playa, rodeada de arena y con recientes plantaciones de palmeras. Tanto como los pueblerinos como los héroes de éstos, pusieron de su parte para hacer de ese lugar un terreno totalmente diferente, con la intención de dejar atrás todo el mal emanaba desde allí.
Tantos daños reparados, incendios apagados y casas en reconstrucción. Pero el corazón no es algo fácil de reparar.
El dolor redució, eso es un punto bueno. Incluso para Sonic fue extremadamente rara la exigencia de mimos de parte de Shadow, mimos que antes le molestaba un poco recibir y le fastidiaba dar, un amor único. Sin embargo, ésto tiene un motivo.
Cuando antes le molestaba recibir muchos mimos de Sonic, ahora los pedía "disimuladamente", que parecían exigencias por la falta de gentileza en su ser. Pero, lo cierto era que necesitaba ese cariño, al menos por el momento, pues, hasta la más dura roca irrompible llega a tener una grieta, que deja atrás a toda su dureza.
En esos cinco días, el azabache se mantuvo muy cerca del cobalto, siempre estaba ahí, dejando de lado que ahora viven juntos en la casa del último.
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Últimamente, Amy ha estado distante, aún tiene su sonrisa y la amabilidad con la que siempre ha tratado hasta a las hiervas de los campos, pero, su distanciamiento fue algo inesperado e inexplicable para sus amigos. No dijo nada, después de la batalla, desapareció con la excusa de "acompaña a Sonic y Shadow", cuando en realidad nunca estuvo con ellos y nunca se supo dónde estuvo realmente.
Algo era seguro, el nuevo integrante del grupo siempre demostró la más mínima desaprobación por la eriza rosada, nunca lo demostraba, pero últimamente comenzó a hacerlo más obvio. Siempre le pareció incómodo, muy incómodo, y más cuando Sonic le confesó que era su amor platónico desde casi siempre, y que cuando se enteraron de su relació, la eriza fue la "menos" contenta, aunque lo disimulaba muy bien.
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Lo más extraño en esos cinco días, llegó a ser las constantes y repentinas adversidades del color ónix. Culpó a su mala suerte, a lo distraído que llegaba a ser, pero ya no sabía a qué culpar, dejó de considerarlo simple coincidencia o mala suerte con la frecuencia y la gravedad con las que ocurrían esos sucesos extraños.
