Ganar o perder

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Diane

Lo miré incrédula, él parecía tranquilo, casi seguro de que ganaría

— Elige hermosa, ¿cara o sello?

— ¿qué vamos a apostar?

— no se, pídeme lo que quieras, sabes que tengo cualquier cosa a mi disposición

Lo miré de arriba a abajo, de él nada me interesaba, de sus bienes pues había una cosa que no podía sacarme de la cabeza

— Quiero tu auto, el deportivo azul que sé que amas tanto

Su sonrisa desapareció, pero rápidamente se recompuso, odio la seguridad de este sujeto

— trato —respondió sin importancia —.

— ¿y tú qué quieres ?

— será una sorpresa

Mire la moneda, era una decisión sencilla pero que podría traer cientos de consecuencias, no solo para mi, sino también para mi familia

La probabilidad de ganar era de un cincuenta por ciento, sea cual sea mi elección

— sello —le indique —.

King le entregó la moneda a Sariel y este la puso sobre la palma de su mano, por primera vez estaba nerviosa en una apuesta, con miedo a perder

Lanzó la moneda y mientras miraba como esta caía de nuevo toda mi vida pasaba frente a mis ojos

— Cara —indicó Sariel con una sonrisa —. Gana el joven Fairy

La borrachera se me pasó en un segundo, llevé mis manos a mis mejillas y las golpeé

Perdóname papá

— ¿llorando? —me preguntó con gracia —.

— ¡hiciste trampa!

— Nunca, te dejé escoger primero, mala elección Gant

Tenía los brazos cruzados rasguñando mi propia piel por tonta

— y bien... como yo gane supongo que ahora tú debes cumplir con tu parte

— ¿las rutas de mi padre?

— que va—dijo sin interés —. Eso a mí no me importa... quiero otra cosa

Sus ojos me recorrieron de arriba a abajo

— maldito pervertido

— quiero que seas mi esposa

Casi me desmayo al escuchar eso, ahora sí mi padre va a matarme, no podía casarme con su peor enemigo

— no va a pasar

— yo gané la apuesta Diane, ahora debes pagar, ¿ese no es tu lema?

— pides demasiado

El puso en mis manos las llave de su auto, mierda

— para que veas que voy en serio... Te doy mi auto, destruyelo si quieres, pero te vas a casar conmigo

— no sabía que te gustaba

— no me gustas —respondió—. Pero quiero acercarme a tu padre

— no lo vas a dañar

— quiero su perdón, si el ve que su hija está junto a mí será más fácil

— está bien, acepto

— no era una elección, mañana tendré listo los papeles, esta noche puedes ir a tu casa en paz, a partir de mañana vivirás en la mía

— ¿me darás todos los lujos que me da mi padre?

— eso y más preciosa, siempre y cuando te portes bien

— antes de eso quiero establecer reglas, sin manoseos, sin besos, y sin se.

— te recomiendo saltarte la última ninguna mujer se ha podido resistir a mi

La hija del señor GantDonde viven las historias. Descúbrelo ahora