Boda II

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Diane

Margaret llegó a mi vida hace tres años, desde el día uno juró hacerme la vida imposible y yo con una sonrisa recuerdo haberle dicho

inténtalo perra

Entre a la habitación donde las damas de honor se arreglaban y aprovechando el ser hija del novio me escabullí sin problemas hasta el lugar donde estaba la novia

Margaret cepillaba su cabello mientras tarareaba una canción, su vestido de novia blanco y largo resaltaba todas sus facciones

— no puedes estar aquí, arréglate afuera con las demás

— se te olvida que esta es mi casa

— no por mucho, cuando me case con Connor todo esto será mío, me encargaré de que todo lo tuyo pase a ser mío, tu cuarto, tus autos, tu ropa, tus.

Dispare a un costado de ella asustándola por completo, esa maldita sonrisa arrogante al fin desapareció de su rostro

Los guardias de mi padre acudieron al lugar, dudosos de sí apuntarme o no

— ¡¿qué creen que hacen?! —chilló ella enojada —. ¡Mátenla!

— no lo harán —contesté acercándome —. ¿Sabes porque?, porque soy superior a ti, ellos no lo harán, porque me vieron crecer, y me sirven a muerte

— ¡maldita zorra voy a matarte!

— hazlo —contesté dándole mi arma —. Ansío que lo hagas

Sostuvo la pistola con miedo, su agarre era tan frágil, sus manos temblaban sosteniendo aquella arma

Lo mataré apenas subamos al barco, todo lo de Connor será nuestro amor

Eran tan solo trece palabras, trece palabras que hicieron que mi enojo incrementara

— esto es mío —dije arrancándole el collar de mi madre de su sucio cuello —. Me das asco ramera

— Puedo irme lejos, no volver a molestarlos pero no me hagas daño

— Droll –mi antiguo mayordomo me miró —. Ve por mi pistola, la que tengo en mi mesita de noche

— juguemos a un juego, la primera que dispare gana, porque la otra estará muerta

Apenas Droll me dio mi arma la apunté, recargándola mientras sonreía

— un juego a muerte ¿no te parece excitante?, vamos hermosa, uno....

Dos ....

Tres....

Margaret disparó palideciendo al notar como nada salía disparado del arma, estaba vacía, no tenía balas, un juego sucio, pero seguro

— Supongo que yo gano


















[..]







— estas muy sexi —me dijo mi esposo acariciando mi espalda —. Eres demasiada tentación para alguien que no puede hacer movimientos bruscos

Sonreí mientras besaba su rostro

— Hueles raro —enarque una de mis cejas —. Amor hueles a sangre

— no sé de qué hablas –me puse de pie y sonreí con nerviosismo —. Iré a darme un baño

— Diane...

— está bien ... la mate ¿ok?.... No iba a dejar que se saliera con la suya

— joder... ¿qué pasó con la Diane tierna y dulce?... ¿segura que dormí solo cinco meses?

La hija del señor GantDonde viven las historias. Descúbrelo ahora