"¿Dónde estoy?" se sentía desconectado del mundo, como si flotara sobre la superficie de un lago, no sentía su cuerpo y la cabeza le daba vueltas.
Tenía la lengua y la garganta secas, podía sentir cómo su estómago se retorcía debido a la falta de comida.
"Estáis en Desembarco del Rey, dentro de la Fortaleza Roja" escuchó una voz, era de mujer, pero todavía estaba demasiado confundido como para distinguirla.
Un momento, eso no podía ser, su último recuerdo lúcido era el de haber montado su campamento cerca del Ojo de Dioses, si ahora estaba en la capital, significa que se había alejado tres días de camino.
"¿Cuánto tiempo llevo durmiendo?" tenía que orientarse, sabía dónde, pero no desde hacía cuánto.
"Si hubierais estado inconsciente unas pocas horas más, habríais llegado a los cinco días completos" más de una semana desaparecido.
"Avisaré a mi padre, ahora que estáis despierto querrá hablar con vos" luego se fue, escuchó cómo la puerta se cerraba, pero no el sonido de un cerrojo ni un pestillo, fuera quien fuese su guardián, no esperaba que intentara fugarse.
Poco a poco, el mundo se fue esclareciéndo, su visión ya no era borrosa y el zumbido de sus oídos había desaparecido, intentó incorporarse en la cama, pero cuando inclinó su peso hacia la izquierda, un ardor le obligó a retorcerse hasta cambiar de postura.
"Si yo fuera tú, no me apoyaría en ese brazo durante bastante tiempo" le habló otra voz, era un hombre bien vestido, con una sonrisa afable en su rostro y en cuya cabeza reposaba una corona sobre cabello plateado.
"Majestad" inclinó la cabeza.
"Veo que has recuperado tus sentidos, a pesar de que mi maestre me aseguró que el efecto de la leche de la amapola tardaría más en disiparse. Mi hija se molestó cuando no la reconociste" con que la mujer en su habitación era la hija del rey.
"Lamento haber hecho que vuestro maestre parezca un incompetente, por favor, transmitidle mis disculpas a la princesa" se disculpó, lo último que necesitaba era enfadar al rey.
"Ahh, un muchacho educado y con sentido del humor" se rió divertido, "No te preocupes, lo haré. Sin embargo, el que estés despierto antes de lo previsto me facilita las cosas. Es casi la hora del murciélago, descansa esta noche, mañana te escoltarán con las primeras luces a la corte para que puedas explicarme lo sucedido".
Perfecto, como mínimo eso le obligaría a permanecer en la ciudad otro día, más, si el rey no le proporcionaba la ayuda que tenía que pedirle.
Quería planear su estrategia para su visita a la corte, sabía que el rey Viserys era un buen hombre, tranquilo y generoso, sus consejeros, por otro lado, era harina de otro costal.
Había oído hablar de algunos, como la serpiente marina, Lord Corlys Velaryon es un navegante famoso, muy rico y muy orgulloso, no le gustaba que nadie amenazara su posición o sus planes para ascender, era tanto un posible aliado como un enemigo.
El segundo miembro que le producía desconfianza era la propia Mano del rey, Ser Otto Hightower, en realidad no había escuchado mucho sobre él, pero un segundogénito ascendido a un puesto tan alto siempre aspiraba a más.
Odiaba la política, prefería enfrentar a sus enemigos de frente, con acero en mano, no con palabras y puñaladas por la espalda.
Podría haber pensado en algo para el próximo día, pero la leche de la amapola todavía lo mantenía sedado, y la suavidad de su cama le era demasiado confortable como para resistir el sueño.
"¿Se puede saber qué te ocurre?" Dioses, qué aburrimiento, en lugar de salir a volar con Syrax, su padre la había obligado a presentarse en la sala del trono junto con toda la corte para que el misterioso herido pudiera confesar lo ocurrido.
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Lobos del Norte, dragones del Este
Aksiyon178 años antes de Daenerys Targaryen la casa del dragón estaba en su apogeo, con diez dragones adultos bajo su yugo, ningún reino podía hacerles frente. Pero cuando ese poder se desmorona, cuando la última hija de Valyria se destruye a sí misma, sol...