Especial

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Narra Chester:

Había pasado una semana desde que Mike llegó a mi casa, se quedó con mi habitación y ahora era el día en el qué llegaría a mi oficina; la que había sido exclusiva mía desde mis prácticas hace un año. Papá ordenó poner un escritorio y computadora a mi derecha para que estuviera allí.

--¡¿Por qué no mejor me quitas el apellido y se lo das a él?! --Pregunté molesto a mi padre; el segundo día de que llegó Mike y me llamó a su oficina para decirme que compartiría mi oficina con el recién llegado de Japón.

--Chester... Por favor no seas dramático, nos faltan espacios desde que metimos más maquinaria y no creo que deba haber dos oficinas para un mismo cargo; ustedes no pasan a clientes a privado. Además quiero que aprendan a convivir --Dijo mi padre.

--No entiendo porque tanta insistencia con eso papá. Toda mi vida me has dicho que no debo confiar en nadie, que me cuide de todo ¡Y ahora me pones a un lado a Mike! ¡¿Como voy a hacer eso?!

--Pues ya aprenderás a manejar eso; no puedo resolverte todo, no todo el tiempo hijo. Mira, él es un buen chico, conozco los valores de su padre, los valores con los que creció; Muto conoce los valores con los que te eduque. Ustedes dos pronto se harán cargo de este lugar Chester y quiero que tengas a alguien en quien confiar.

--No puedo confiar en nadie y tu lo sabes --Dije molesto y después me fui de su oficina.

Ese día estuve molesto todo el día, se me bajó un poco cuando me encontré con Talinda en la pequeña "cocina". Este era un lugar con refrigerador, lavando de platos, microondas y café gratis para los trabajadores. No se cocinaba, sólo estaba allí para los que llevarán su comida y quisieran lavar su utensilio. El café si era cortesía para los que estábamos ahí, así como el té de sabores.

--Hola cariño ¿Cómo estás? --Me preguntó la chica morena.

--Molesto --Respondí sin más. --Pero no hablemos de eso ¿Tu que tal? ¿Te llamaron para otra campaña?

--Si, una línea de ropa y calzado, me tomarán algunas fotos para escoger las mejores, ya sabes cómo es esto.

--Lo sé. Oye... Necesito platicar contigo pero estoy muy atareado ¿Nos vemos más tarde?

--Esta noche no puedo cariño, es cumpleaños de una prima y no sabes como es la familia cuando uno no asiste: te critican de centímetro a centímetro. Así que prefiero ir y criticar a alguien más --Señaló ella, después ambos reímos. --Pero mañana sin falta nos juntamos y platicamos toda la noche si quieres.

--Esta bien --Dije despidiéndome.

Estaba muy agotado mentalmente y me sentía muy estresado de pensar en que toda mi vida mis padres me dijeron que no debía confiar demasiado, que debía cuidar mis pasos y ahora me sentía acorralado.

Debo confesar que me impactó verlo por primera vez en la cena familiar después de siete años; eran esos ojos grandes y rasgados que hace mucho miraba, pero no era igual, se miraba... Más maduro.

Justo había dicho que forzar las cosas jamás sale bien y cuando cerré la puerta él estaba allí, mirándome. De no ser por mis lentes oscuros se hubieran visto mis ojos abriéndose de la impresión.

¿Me escuchó? Claro que me escuchó, yo hablo gritando cuando me enojo y por algo estaba allí parado mirando en dirección a la puerta.

Anna y mamá me miraban con cara de "Callate Chester".

Por un momento me avergoncé, pero después dije ¿Por qué mierdas? A mi no me agrada que venga a quitarme espacio en la vida ¿Porque lo voy a ocultar? Así que cuando lo saludé me encargue de que supiera que no me arrepentía de que me escuchara.