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Narra Mike:

Ya tenía tres semanas viviendo con los Bennington y eran totalmente diferente a mi familia: Chester y Anna se la pasaban discutiendo, el señor Bennington se quedaba hasta tarde en su oficina para hablar con mi padre y ponerlo al tanto de todo, todos los días y la señora, ella si era como mamá, muy hogareña y trabajadora en casa.

Sin embargo noté que cada vez que yo hablaba de Chester nadie me quería decir nada ¿Los tenía amenazados o que?

Y hablando de ese chico, desde que le dije que yo si quería ser su amigo y que lo había intentado antes de irme, lo noté molesto con el tema, de hecho empezó a ser callado de nuevo y eso me carcomía por dentro ¡¿Que debía hacer?!

En el secundario si note que hasta me esperaba para empezar a comer cuando me tardaba en llegar a la mesa; yo empecé a hacerlo primero (comer hasta que llegara), pero... Como no me decía nada... Creí que yo no era importante. Tal vez si ¿Eso será por lo que me odia? Realmente no sabía si yo le importaba, por eso nunca lo volví a buscar.

Ahora creo que eso, la habitación y no olvidemos que le quite una mini sala en su oficina para poner mi escritorio (Según dijo mi recobrado amigo Joe) esas son las razones de que me odie.

Nunca conocí a nadie como Chester: era tan diva, pero antes fue tan tímido y más antes tan intelectual. Es que cada vez que lo miraba concentrado en esa computadora: sus pequeños ojos fijos, su ceño fruncido de vez en cuando y hasta cuando lamía los labios cada tanto. Yo quería tomarle fotos.

No sé qué tiene pero cautiva, cuando da esa pequeña sonrisa, hasta cuando deja salir su carcajada, cautiva, no entiendo por qué, pero no lo puedo sacar de mi cabeza y entre más lo miró, más lo admiro.

--¿Quieres una foto? --Me pregunto de pronto.

--¿Qué? --Pregunté confundido.

--Si quieres una foto mía; es que ya me iré a comer con Talinda y para no interrumpir tu punto de enfoque --Dijo apagando su computadora para luego mirarme.

Estábamos a la misma altura y parecía que me veía hacia abajo.

--Ah... no. Yo... Es que... Estaba pensando y no me di cuenta --Respondí empezando a sentir roja mi cara.

--Ah... Menos mal. Creí que dirías que ya me las habías tomado -- dijo él tomando sus cosas. --En una hora vuelvo.

--Buen provecho --Dije mirándolo irse.

Lo miré de espaldas y... Sacudí mi cabeza, después le di un trago a mi té helado.

¿Cómo estaba entrando así a mi cabeza?

--Dime algo --Le pregunté a Joe media hora después, cuando salí a comer con él en su oficina (que era un lugar lleno de máquinas con monitores y botones a morir. No entendía cómo sabía para qué era cada cosa) --¿A Chester le gustan los hombres?

--Oh no, no no no--Dijo él alarmado. ---¿Ya te empezó a trabajar? ¿Te gusta?

--¿Qué? No. Y haber ¿Como qué me empezó a trabajar?

--Mira Mike, por tu bien, no te enamores de él, ni de Anna: hazme caso; aleja tus sentimientos románticos de los Bennington

--No me gusta ninguno de los dos --Afirmé. --Solo es que creo ver que él le sonríe de una manera muy particular al chico de la puerta y sé que sí le preguntó a Anna no me dirá nada, obvio no le preguntaré a él, ni a sus padres.

--Sí. se le suele ver coquetear con algunos; él solo los hace perseguirlo como perros para luego ignorarlos --Me dijo mi amigo y yo no lo podía creer. --Bueno, eso se dice.

Especial Donde viven las historias. Descúbrelo ahora