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Narra Chester.

Cuarta semana con Mike cerca y tenía que haber pasado, mis molestias eran tan fuertes que eran difíciles de ignorar.

--Es algo normal en su condición --Dijo el médico familiar a mis padres cuando yo era adolescente. --Sé qué es difícil de asimilar, pero ya lo saben y mejor que nadie; Chester es un chico especial y ocupa cuidados especiales ¿Avisaron a la escuela?

--Avisamos --Dijo mi padre mirándome con un suero en mi brazo. --Explicamos qué Chester tiene una condición especial y necesita muchos tratos especiales. Más que ningún otro niño.

Odiaba esa frase “Chester es especial”.

Los ojos de mi padre siempre me miraban así desde aquel golpe que me di en la bicicleta: con pesar, con lástima; me hacía sentir condenado.

--Al saber que Chester es prematuro el directivo entiende que tiene problemas en algunos de sus órganos y le es difícil ser como un niño normal --Le explicó mi madre mientras acariciaba mi cabello chino y largo a mi yo de 12 años.

--¿Puedo dormir? --Pregunté sintiéndome muy cansado.

--Duerme mi amor. Yo estaré aquí por cualquier cosa --Dijo ella.

Cerré los ojos y empezaba a quedarme dormido cuando escuché.

--¿No han pensado en volver a darle clases en casa? --Preguntó el doctor. --La situación de Chester no es como la normal, las operaciones que le hicieron demostraron que un mal golpe puede poner a Chester en riesgo de muerte.

Mis padres decidieron hablar de nuevo con los directivos y se empezó a hablar del bullying, ellos querían que yo fuera lo más normal posible, pero no era así, por supuesto que no lo era.

--¿Ya estás mejor? --—Me preguntó Mike mirándome en aquel día de trabajo. --Ya te regresó el color ¿Quieres que te traiga una ensalada para que comas? he visto que eso te gusta comer.

--Ya le dije a Talinda que lo hiciera, gracias --Dije aun recostado en mi silla reclinable.

--Yo también te puedo traer comida --Reclamó.

Hasta parecía celoso, lo que me causó gracia pero trague mi risa.

--Solo... No les digas a mis padres ¿si? No quiero que se preocupen --Dije tomando mi postura normal, en mi silla.

–Bueno, pero con una condición --Me dijo, así que yo lo miré de inmediato ¿Pensaba chantajearme? ¿Así que ese es Mike Shinoda? --Que me dejes tomarte algunas fotos.

--¿Qué? --Pregunté sorprendido.

--No creas que soy un loco —-Intentó explicarme.

--Demasiado tarde --Respondí y él volvió a hacer esa sonrisa boba y encantadora.

¿Dije encantadora?

--Solo es que tienes esa postura --Me dijo y acto seguido me tomó una foto, luego se levantó y caminando hacia mi me la mostró. Yo la miraba normal. --Te miras... Bien --Me dijo en un tono nervioso, yo lo miré sorprendido. --¿Por qué me miras así? Soy fotógrafo: reconozco cuando alguien tiene... Potencial --Me dijo regresando a su asiento.

Yo estaba algo... ¿Cómo decirlo? Halagado, halagado y eso no me gustaba ¡Yo no iba a caer como todos a sus pies por sus adulaciones!

--¿Cuántas fotos y con qué sentido? --Le pregunté. --Y no creas que posaré para ti --Le advertí, él volvió a sonreír.

--No hay un número de fotos exactas, pero te las daré todas y... No ocupas posar --Dijo abriendo un cajón a su derecha y sacando una cámara. --Solo no te extrañes si vez de pronto un destello.

Especial Donde viven las historias. Descúbrelo ahora