❆ 003. Rosas ❆

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Sintió los brazos de Tigris tomarle los hombros, pudo ver su rostro sonriente en el espejo e inconscientemente también sonrió

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Sintió los brazos de Tigris tomarle los hombros, pudo ver su rostro sonriente en el espejo e inconscientemente también sonrió.

Su cabello quedó rubio pero seguía sin tener esos característicos rizos, entonces, su prima sugirió usar los pequeños tubos de plástico que utilizaba para peinarse. Con delicadeza, tomó los tubos, cada uno era de tamaño mediano y poseía un diseño especial que aseguraba que el cabello se mantuviera en su lugar durante el rizado. Tigris tomó un mechón de cabello y lo enrolló firmemente alrededor de uno de los tubos, imitando el estilo que Coryo poseía hace unas horas.
Cuando cada uno de sus mechones tenía su tubo correctamente enrollado, Conrad se quedó sentado frente a la mesa, esperando a que la presión hiciera efecto. Coryo estaba sentado del otro lado e intentó contener la risa, su hermano lo miró con seriedad así que hizo un gesto con sus manos, cerrando el cierre imaginario de su boca.

Normalmente, Conrad siempre tenía el cabello sobre la frente y su hermano la tenía descubierta. Tigris busco un fijador para el cabello y logró que cada hebra oscura se adheriera a su frente. Sorprendentemente, aún faltaba al menos treinta minutos para la entrada a la academia. Coryo revisaba ansiosamente el reloj que estaba en uno de los muebles en un rincón.

-Olvidé mostrarles esto-Tigris sonrió entusiasmada. Fue rápidamente a su habitación y volvió escondiendo algo detrás de su espalda.

Los ojos curiosos de los mellizos brillaban de emoción, dejaron escapar un suspiro de asombro al ver los zapatos en sus manos. Ella extendió las manos, entregándoles los zapatos como si fueran tesoros preciosos.
Eran negros, brillantes y sofisticados. El estilo era anticuado, pero era perfecto para llevar el día a día, se notaba la comodidad a lo lejos. Ellos sonrieron tanto, era como si sus pies pudieran agradecer y llorar de alivio. Ya no tendrían que sufrir mientras caminaban todos los días hasta la academia.
Pero una duda pasó por la cabeza de Coryo. Asustado por la respuesta, se atrevió a romper un instante el momento de gratitud.

-¿Qué fue lo que intercambiaste?

Tigris borró su sonrisa. Sintió espinas en el corazón, pinchando y haciéndolo sangrar ligeramente. Ese brazalete tenía un gran valor sentimental, para los hermanos y para ella.

-El brazalete-sonó afligida.

Coryo hace mucho había aprendido que tenía que sacrificar sus cosas más preciadas para sobrevivir. Desde sus libros ilustrados, hasta la joyería de su adorada madre. Conrad sonrió con nostalgia y ninguno de ellos dijo algo más sobre el brazalete.

La abuelatriz estaba despertando y Tigris se deshizo de todo lo que pudiera incriminarlos. Conrad tuvo que esperar en su habitación, sin poder recostarse por miedo a dejar caer los tubos en su cabeza.
Coryo estaba de pie dentro de la habitación, mirándose en el espejo colgado en la pared. El tono negro intenso contrastaba perfectamente con sus ojos azules, su rostro parecía cobrar una elegancia y misterio que antes no se apreciaba.

𝐒𝐍𝐎𝐖 𝐎𝐍 𝐓𝐇𝐄 𝐁𝐄𝐀𝐂𝐇  ❆ THG: the ballad of songbirds and snakesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora