Coryo hizo una entrada magnífica en la academia. Caminó con extrema seguridad por los pasillos, con su espalda erguida y manteniendo una sonrisa en todo momento.
Atrajo las miradas de quienes se encontraban cerca, estaban confundidos y curiosos. El chico de cabello negro que siempre mantenía sus ojos en el piso y evitaba tener conversación con cualquiera, ahora lucía radiante. Siempre fue considerado misterioso y en este momento, los alumnos tenían un deseo descomunal por averiguar qué había pasado con Conrad Snow.
Parecía tener una mañana deslumbrante. Aunque se sentía cansado por haberse levantado temprano, estaba hambriento y el olor del tinte hacia que le picara la nariz. Pero, tenía zapatos nuevos y su fantástico plan dio resultado, era un genio y no dejaría de sonreír gracias a ello. A menos eso pensaba hasta que cierta cabellera castaña y rizada se acercó, Sejanus Plinth. Se contuvo a rodar los ojos, sonrió de la forma en que lo haría su hermano hacia su buen amigo.—¿Dónde está Coriolanus?—fue lo primero que salió de su boca. Sus ojos miraban a los lados como si pudiera encontrar al mencionado.
—Se quedó en casa, está enfermo—realmente intentó imitar un tono amable, pero quizá lo había dicho demasiado seco.
Los ojos de Sejanus se entristecieron. Sus largas pestañas oscuras temblaron ligeramente e hizo una mueca afligida.
—Él nunca falta a clases, debe estar muy mal—su voz tenía genuina preocupación.
Coryo frunció las cejas. Todos sabían que el niño del distrito era excesivamente amable, pero no esperaba que fuera de la misma forma con alguien que hacía todo para evitar una conversación con él. Su buen corazón lo llevaría a un mal camino.
Siguió caminando hasta el salón de clases, sus compañeros hacían lo mismo y le pareció extraño que ninguno lo mirara de nuevo. Y adivinó el por qué, a pesar de su actitud confiada, su hermano no tenía amigos y la gente casi no se acercaba a él. Nunca ha sido muy sociable, desde que eran niños siempre fue extremadamente apegado a Coryo, le daba miedo entablar conversaciones con otros, solo se sentía seguro cerca de su hermano rubio. Y Coryo, desde siempre se encargó de no dejarlo solo, después de todo, siempre se tendrían el uno al otro. Hasta que conoció al niño de los distritos. Sejanus Plinth, otro niño sensible y tímido, eso de alguna manera los unió y se convirtieron en amigos desde entonces. Coryo nunca aceptó su amistad, pero no reclamaba, al menos no frente a Sejanus.
Ahora ese niño del distrito estaba siguiéndolo como cachorro perdido. «Es el precio que hay que pagar para tener ese premio» Pensó para mantener la cordura. De pronto, alguien tomó el cuello de su camisa y se inclinó hacia atrás por inercia, sintió un aliento en la nuca y su piel se erizó. Cuando volteó para mirar, Sejanus tenía la nariz arrugada y una mueca de desagrado.—¿Por qué tu cabeza huele a tinte?—la mueca se borró y cambió por una expresión de duda.
Dedujo que alguien lo notaría, era un olor fuerte y el perfume de la rosa en su prendedor no era suficiente para camuflarlo. Debió pensar en colocarse una corona de rosas.
Pensó en una escusa ideal, su cerebro trabajó rápidamente y se encendió un foco imaginario sobre su cabeza. Imitó un gesto apenado y comenzó a hablar:
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𝐒𝐍𝐎𝐖 𝐎𝐍 𝐓𝐇𝐄 𝐁𝐄𝐀𝐂𝐇 ❆ THG: the ballad of songbirds and snakes
Fanfiction❆ Conrad Snow siempre ha sido opacado por el ingenio y carisma de su hermano mellizo. En su interior, desea ser más que la copia de Coriolanus Snow; quiere tener un propósito y una voz propia. Cuando Lucy Gray aparece en su vida, despierta en él una...